“Perdona por tu propio bienestar”
En esta mañana viene a mi mente concientizar la importancia de los valores en nuestra vida, ya que sin ellos sería como quitarle la columna vertebral a nuestro cuerpo, no podríamos caminar erguidos, de pie, con la frente en alto, viviríamos arrastrándonos, sintiéndonos inferiores, prestos a ser aplastados, humillados y desvalorizados. Los valores nos permiten darle estructura a nuestro diario vivir.
Desgraciadamente muy poco se nos habla sobre los valores, incluso, existen personas que no saben qué es eso o lo peor del caso, los confunden con los contravalores.
Seré breve y claro. Un valor es aquella acción que cuando se ejecuta nos permite ser mejores personas. Para que se dé este efecto es necesario tres pasos: descubrirlos, preferirlos y realizarlos, así lo estipulaba el filósofo alemán Max Scheler.
¿Cómo los descubriremos? Cuando alguien nos hable de ellos.
¿Cómo los preferiremos? Cuando veamos el ejemplo a través de actos concretos en la vida cotidiana y así mismo los beneficios que aportan a los que los prefieren.
¿Cómo los realizamos? Teniendo presente día con día que soy un ser portador de valores con los cuales puedo contribuir a un presente y futuro mejor.
Pero bien, hoy me gustaría que dilucidáramos un poco sobre el gran valor del Perdón.
Podemos decir que “el Perdón se ejerce cuando renunciamos a castigar o tomar venganza por un daño recibido. Expresa la voluntad de no guardar rencor a quien lo hizo, manteniendo una actitud de confianza y seguridad con esa persona. Perdonar es un factor clave en nuestro desarrollo como seres humanos”. (Vivir los valores. ¿Tienes el valor o te vale?)
Tomando este aporte sobre el Perdón podemos constatar que muy pocos sabemos perdonar.
Por lo regular cuando recibimos una ofensa que amerite aplicar el valor del perdón solemos actuar desde estos tres escenarios:
· La primera reacción es devolver mal por mal y ejercer venganza, un camino que sólo aumenta los daños y la violencia.
· Otra posibilidad es, simplemente, distanciarnos de quien nos hizo mal y guardarle sentimientos de odio o rencor para toda la vida.
· El perdón es la alternativa que permite reconstruir la relación con la persona que nos dañó. La beneficia a ella porque la libera de su culpa, nos beneficia a nosotros pues nos libera del odio y los sentimientos destructivos, y beneficia a la sociedad pues contribuye a la paz y a la unión de las personas impidiendo que el odio se apodere de sus corazones.
Como podrás constatar el pedir perdón u otorgarlo es permitir y permitirnos que nuevamente corra por todo nuestro ser la luz de la vida, de la esperanza, de la confianza, recobrar nuevamente la dignidad y darnos la oportunidad de reinventarnos, reparar, construir la mejor versión de nosotros.
En ocasiones no se puede perdonar como se quisiera, porque parece estar fracturado el amor que se vivía o se experimentaba con esa persona, pero ten presente lo que el Dalai Lama menciona con referencia a esta situación: “Si no perdonas por Amor, perdona al menos por tu propio bienestar”.
Tal vez no volverás a tener ninguna relación o contacto con esa persona que te dañó con su ofensa, pero qué tristeza darte cuenta que aunque el otro ya no esté cercano a tu vida tú lo(a) sigas trayendo día a día, momento a momento, porque no has aprendido a perdonar. El otro tal vez siga su vida sin pena ni gloria, y tú, continúas cargando el pasado tan pesado por no atreverte a perdonar, a amarte.
No esperes más, este es el momento:
· Reconoce sinceramente los errores que has cometido.
· Acércate a las personas en cuestión y pídeles disculpas.
· Busca alguna forma de compensar esos daños reparando.
· Si alguien te pide perdón no lo avergüences ni le pongas condiciones: acepta sus palabras con amor, comprensión y gratitud.
· Si aún sufres por viejas ofensas, esfuérzate por olvidarlas y ocupa tu mente en planes creativos para el futuro. (Vivir los valores. Niños de valor)
Por: Antonio Hernández Mascote.
