NUEVO DEICIDIO

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Nuevo deicidio

A muchos ha sorprendido la participación de  Mario Vargas Llosa –de origen peruano, premio Nobel 2010 y miembro de la Real Academia Española– en los cursos de verano 2017 de la Universidad Complutense de Madrid con un tema sobre el colombiano Gabriel García Márquez, también premio Nobel pero de 1982 y con quien tuvo un serio desencuentro en México en 1976. Su exposición parece un nuevo deicidio, con mucha sutileza, pero en ello remata.

Vargas Llosa y García Márquez fueron grandes amigos… en otros tiempos. Incluso, el peruano dedicó dos años a elaborar el mejor y más documentado análisis literario sobre la obra del colombiano, Historia de un deicidio (1971). Pero a partir de su desencuentro, fue prohibida su publicación.

De ahí la extrañeza y la enorme expectación que provocó que Vargas Llosa abordara un tema que se antojaba impensable. En el curso de verano, programado en El Escorial, en las cercanías de Madrid, después de 41 años Vargas Llosa por fin se refirió públicamente a García Márquez, a su obra y, de forma muy general, al momento de la ruptura pública. Pero en esta ocasión, a diferencia del documento que le permitió doctorarse con honores en la Universidad Complutense, el deicidio tiene otro propósito.

La amistad de ambos literatos comenzó mucho tiempo antes de conocerse personalmente, al leer la obra el uno del otro. En ambos surgió admiración por el otro, incluso con comentarios halagadores en charlas y conferencias. Cuando se encontraron por fin en el aeropuerto de Caracas en 1967 con sus respectivas parejas, que también armonizaron, se consolidó la amistad. Entonces buscaron frecuentarse. La identidad entre ambos fue tan sólida que en una época se instalaron los dos matrimonios en un mismo piso en España.

El 12 de octubre de 1976 se hizo una presentación en el Teatro de las Bellas Artes en la Ciudad de México de una película donde Vargas Llosa hacía la narración. Al entrar en el recinto, de inmediato García Márquez le gritó y extendió los brazos para recibirlo afectuosamente. Un puñetazo de Vargas Llosa en el ojo derecho de García Márquez fue la respuesta, ante desconcierto general. El peruano debió ser detenido para que no se le fuera encima al casi noqueado colombiano. Vargas Llosa reclamaba a gritos algo relacionado con su esposa, de nombre Patricia.

Uno no volvió a mencionar al otro y menos aún a valorar su producción literaria. De igual forma, cada cual evitó hacer comentarios sobre el incidente, en especial sobre lo que dio origen a la molestia del peruano. A partir de entonces, sus diferencias se ampliaron en todo terreno. Incluso, su postura sobre la Revolución Cubana y su relación con Fidel Castro fue inversa y proporcional. Es decir, al principio Vargas Llosa ponderaba mucho el socialismo cubano y a su líder, mientras que a Márquez le era indiferente. Una vez presentada su ruptura, los papeles se invirtieron.

Hace tres años murió García Márquez. Quizá Vargas Llosa consideró tiempo suficiente para continuar con una molestia de la que mucho se ha especulado… pero tampoco ha desvelado el motivo. El sentido de su opinión es un nuevo deicidio. Vargas Llosa califica a García Márquez solo de «artista y poeta». Le resta habilidades intelectuales cuando declara: «Él no era capaz de explicar su talento, funcionaba mediante la intuición, el instinto, no pasaba por lo conceptual, tenía una disposición extraordinaria para acertar con los adjetivos, los adverbios y con la trama».

Hay muy pocos que conocen a tal detalle la obra de García Márquez, porque en su época de amigos seguramente conoció detalles no publicados o que otros autores no han tenido acceso. Su obra doctoral, originalmente presentada con el título García Márquez: lengua y estructura de su obra narrativa, tenía como propósito describir cómo la realidad era destruida para ser reelaborada bajo el realismo mágico. El título con el que fue publicado (Historia de un deicidio) identifica cómo el dios de la realidad en la literatura es sustituida por una poderosa creatividad. No obstante, este nombre le ha permitido arremeter y dejar ahora a García Márquez como un creador instintivo, alejado de habilidades intelectuales. En fin, su opinión    

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