FE Y CIENCIA, CIENCIA Y FE

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Celaya Internacional.


FE Y CIENCIA, CIENCIA Y FE

Después de casi 20 días, la angustia que se sentía en el poblado de Chiang Rai provincia al norte de Tailandia, casi en el límite fronterizo con Birmania y Laos, en una cueva llamada  Tham Luang, 12 niños, los “jabalíes”, y su entrenador fueron a explorar y debido a las fuertes lluvias de un monzón, típico de la zona y la temporada, quedaron atrapados, la situación se agravó cuando en un intento de mantenerse lejos del alcance del agua que entraba a la cueva, se adentraron más a ésta.

Desde el 23 de Junio, quedaron atrapados, en una operación de búsqueda fueron encontrados y luego el rescate planeado, un grupo de buzos de la marina tailandesa fue convocado para tal encomienda, en un mundo globalizado la noticia recorrió el orbe con una enorme rapidez, todos desde la sala de un hospital, la casa o el trabajo seguíamos cada detalle que se daba a conocer respecto al rescate; en un principio se idearon tres estrategias, pero dos quedaron descartadas debido al riesgo de provocar un mayor peligro a los niños, al equipo de rescate se les unieron expertos buzos de otras partes del Planeta y los gobiernos de Estados Unidos, Australia, China y Japón, colaboraron con el gobierno tailandés.

Finalmente el viernes pasado la estrategia se definió, era peligrosa, menos que las anteriores, pero aún con riesgo, tanto que uno de los buzos, un experto militar retirado perdió la vida en el intento, el rescate duró 3 días, hacerlo más rápido era imposible por las agrestes condiciones de la propia cueva, finalmente este martes por fin quedaron a salvo los 12 niños y su entrenador.

Pero no me detendré a repetir más lo que ya hemos leído, lo que hemos visto por televisión o bien en vivo por internet; quiero más bien hablar de algo que estaba en el aire, en la atmósfera tanto en la cueva como en el equipo de rescate, en quienes seguíamos las noticias para conocer el desenlace de la tragedia que se vivía; Fe, eso es lo que se respiraba, Fe.

Querido lector, no es necesario pertenecer a alguna religión, basta con ser una persona con un buen corazón, mire, nada más salir de la cueva y según lo visto gracias a las transmisiones en vivo desde las cámaras que se usaron para conocer la ruta y el lugar al que el equipo de rescate debía llegar, los niños de entre 12 y 16 años de edad, permanecieron un tiempo record a más de 400 metros de profundidad gracias a algunas golosinas que ellos traían consigo y a las escasas provisiones de agua y alimento que se les pudo hacer llegar, pero sobretodo a que su entrenador, Ekarat Wongsukchan, de 25 años, les enseño a mantener la calma con meditaciones budistas, es preciso mencionar que el 95% de la población tailandesa profesa el budismo, que para nosotros los occidentales en un intento de comprenderlo le hemos llamado religión, nada más alejado, el budismo, como el taoísmo, sijismo, hinduismo, shintoismo, y otras creencias, no son una religión sino un modo de vida,  como todas las creencias espirituales, el budismo se basa en el castigo y la recompensa, o sea, el karma y el darma; malas y buenas acciones, pero lejos de dar una cátedra de religión es más bien, hablaré sobre la Fe, esa que dicen, mueve montañas.

Este suceso me hizo recordar a los 33 mineros que en 2010 quedaron atrapados a más de 600 metros de profundidad, durante dos meses en una mina en Chile, quienes al igual que estos niños recibieron ayuda gracias a la exigencia de las familias así como a la coordinación y cooperación de diferentes instancias no solo de gobierno sino de varios países, la NASA envió la cápsula en la que fueron sacados uno a uno estos mineros.

La cuestión aquí, es que precisamente muchos hablaran del gran avance tecnológico que permitió que estos niños fueran localizados y rescatados, así como los mineros, así como la ciencia logro rescatar en su momento a quien aún desde el útero había sido sentenciado a una vida vegetativa, sí, hablo de Hikari Oe, el japonés casi ciego y autista que ha compuesto breves pero grandiosas obras musicales, y quien al nacer precisó de una cirugía en la que se le removió parte del cerebro, la ciencia le salvó la vida, pero la fe de sus padres le salvó la existencia, es así que podemos adentrarnos a tantos y tantos casos en los que la ciencia hace su trabajo, pero que la ciencia sin fe es simple vacío, lo decía bien Albert Einstein, “la ciencia sin la religión está coja, y la religión sin ciencia está ciega”, no es que se precise tener una religión de cabecera, o ser un gran practicante de cualquiera de ellas, no, de lo que se trata es de respetar el orden de la naturaleza y a quienes nos rodean, ya sean personas, vegetales o animales.

Me queda claro, como reza el lema emblemático del budismo theravada, “haz el bien y recibe el bien, haz el mal y recibe el mal”, karma y darma, malas acciones y buenas acciones, la tecnología sirvió para tener empatía con esos niños tailandeses y su entrenador, para apoyar aunque fuera anímicamente y desde el otro lado del mundo al equipo de rescate encabezado por Narongsak Osottanakorn, para elevar una plegaria por el rescatista voluntario de 38 años, Sanam Kunan, quien era un ex miembro de la Marina Tailandesa y experto en buceo y rescate, quien no dudo en dejar su propia provisión de oxigeno aún sabiendo que el regreso sin el tanque sería muy peligroso para él.

La Fe no necesariamente movió la montaña, pero si permitió que la ciencia hiciera su función, a pesar de tener un muy estrecho acceso y unas condiciones muy adversas, pudimos ver en transmisiones en vivo como rescataban a cada uno de los niños, como se uso la tecnología al alcance para que el cuerpo de rescatistas hiciera su trabajo, la empresa israelí Maxtech Network proporcionó radios, únicos en su tipo a nivel mundial, que permitieron la comunicación móvil entre los “jabalíes”, su entrenador y el cuerpo de rescatistas, estos equipos permiten mantener un enlace en áreas donde no es posible establecer una comunicación telefónica celular debido a la profundidad en la que se encontraba el equipo de futbol.

En un momento en el que las redes se vuelcan a la menor provocación al insulto y a la propia fragmentación de la sociedad, vimos como la humanidad se solidarizó dándonos un respiro de confianza sobre la gente buena, esa que gozara de un darma, gracias a este siglo XXI, la frase del poeta Virgilio tiene hoy más vigencia, “Pueden porque piensan que pueden”, y así lo hicieron, y así pudieron.

@RayoEsmeralda

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