Campaña sobre campaña
Este año se llevaran a cabo elecciones para elegir a 15 gobernadores y 21,383 diputados y presidentes municipales. Con candidatos que sugieren “continuar con la transformación” y adversarios que se dicen “defensores de todos los mexicanos”, los votantes a veces no sabemos a que institución política pertenecen debido a sus inmisericordes cambios. Apoyados por spots “dirigidos a los miembros del partido” -pero de los que todos nos enteramos-, indican el banderazo de las campañas electorales, de las que poco se diferencian y se repiten cíclicamente.
Los candidatos están listos y con la sombra del Covid, para abrazar niños de zonas populares, hacer que trabajan cargando algunos ladrillos, saludar al taquero, comerse dos de bistec y uno de cabeza, con el afán de ser empáticos; todo plasmado en video y una imagen tomada por un fotógrafo profesional que capta la mejor sonrisa del aspirante, aunque no sabemos qué ocurrirá con Blue Demon jr, quien decidió candidatearse en el anonimato. Si a esas vamos y siguiese en contienda, hubieran dejado a Kiko con su vestimenta artística para su campaña.
Los eventos preelectorales se han convertido en actos surrealistas y folclóricos. Si no me creen, vean a Paquita la del Barrio, candidata a diputada en Veracruz, quien dijo que “no le entiende a la política (…) pero va a ayudar con todo su amor”, además recomendó a las mujeres que “no se dejen y vivan felices con sus maridos” y a estos les sentenció un “pórtense bien, porque está cabrón”. Con estas honestas declaraciones, no sabemos si reír o llorar, sobre todo porque utilizan recursos públicos en campañas, las que apenas rebasan el siglo en la historia de México.
Es probable que la primera campaña electoral estructurada, fue para contender contra el presidente Porfirio Díaz. Posterior a la culminación de la guerra de independencia en 1821, se verificaron varias elecciones, pero los electores estaban conformados por grupos elitistas, además que las campañas eran esporádicas. Años después, con Díaz en el poder, las contiendas por la presidencia solo eran meros trámites para que siguiera gobernando, debido a que los candidatos de oposición eran designados a modo para erigirlo ganador, lo cual ocurrió hasta su último periodo como mandatario.
En 1909 el hacendado coahuilense Francisco I. Madero, comenzó una cruzada para contender por la presidencia. Valga la aclaración que su prioridad era la vía democrática y no el uso de las armas para quitarle el poder a don Porfirio, quizás porque el señor Madero era digamos, una mezcla entre hipster y hippie; bigote y barba bien cuidada, afecto al espiritismo, promulgador de la medicina homeopática y vegetariano por convicción.
Madero recorrió varios estados del país durante catorce meses, con la finalidad de fundar grupos políticos contrarios a Díaz, además de designar candidatos para el partido que lo postulaba como presidente, el Nacional Antirreleccionista. Personaje acaudalado, tal vez haya autofinanciado su campaña o fuera apoyado por personajes con recursos económicos, los cuales fueron parte fundamental para los nuevos clubes y partidos políticos que se creaban.
Posteriormente, las campañas ocurridas en el periodo revolucionario, fueron breves por los momentos convulsos, como la de 1913 con Victoriano Huerta o en 1917 con Venustiano Carranza, campañas que sirvieron para formalizar sus candidaturas, pero a sabiendas que serían presidentes por la ausencia de una verdadera oposición, la cual existía, pero eran sofocados los partidos políticos que representaban competencia o simplemente se mandaba asesinar al candidato rival.
Primero conocido como Partido Nacional Revolucionario y a partir de 1946 como el Partido Revolucionario Institucional, este se convirtió en el partido del gobierno y durante décadas no tuvo rivales a la par en las elecciones. Pese a ello, se demostraba la “simpatía” de la población en campañas electorales que vitoreaban a sus candidatos con grandes verbenas, desfiles en autos y lluvia de confeti, conmemoraciones que eran pagadas por el erario y los descuentos de nómina a los trabajadores al servicio del Estado. Por desgracia, algunas campañas tuvieron el efecto contrario a una fiesta, como ocurrió en 1928 con los magnicidios de Obregón y en 1994 con Luis Donaldo Colosio.
El gobierno y por consiguiente, el partido oficial, controlaban todos los sectores institucionales del país, además de una cordial relación con la iniciativa privada, incluyendo los medios de comunicación que únicamente publicitaban en radio y televisión a los candidatos oficiales, que se acompañaban con las frases “la solución somos todos”, “de frente, de La Madrid para presidente” “bienestar para tu familia”, entre otros por demás conmovedores.
Los actos preelectorales comenzaron a tener otro matiz a partir de 1988. La oposición se fortalecía y ganaba escaños en la vida política del país, pero jugó en la cancha del oponente al imitarlos en sus esquemas publicitarios. El espectáculo se engrandeció en 1994 con el primer debate televisivo entre candidatos, transmisiones que dieron por resultado que comentemos más por las ocurrencias, que por las propuestas de sus protagonistas. Caso similar con las redes sociales, herramientas que en la actualidad utilizan los partidos para la promoción, pero sobre todo para desprestigiar y atacar a sus rivales, ya no digamos una ciudadanía que confronta, pero también propone, aunque sea con memes.
Como citaba al principio, todo es cíclico y seguimos escuchando de los candidatos los mismos discursos y recurren a las mismas prácticas, solo hay que observar los recorridos que hacen por el país para “conocer las peticiones de la gente”. Lo hicieron Madero, López Obrador y lo hace actualmente Ricardo Anaya. Dicen que para estos menesteres utilizan el dinero de sus bolsillos y otros argumentan que el pueblo los apoya, pero desde esta humilde tribuna, no me visualizo dándoles de mano en mano el dinero de mi despensa mensual o de las croquetas de mis cánidos para sus campañas.
Aclaro que soy apartidista, pretendo la imparcialidad en mis comentarios sin buscar herir susceptibilidades y enfatizar que tengamos la capacidad de diferenciar entre ser simpatizante, seguidor y/o fanático, para evitar conflictos con nuestros prójimos electorales. Nos toca votar en junio, pero desde hace meses tomamos asiento para el circo mediático que representan los actos proselitistas y ver una campaña sobre campaña y sobre campaña otra y otra y otra…
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// Fecha de publicación: 20/02/2021