El pasado 12 de agosto se cumplió un año de la agresión que sufrieron dos reporteros de Ágora por parte de policías municipales de Celaya, un episodio que además de preocupante, nos deja desolados, castigados y decepcionados.
Al echar la mirada para atrás, en el recuento de todo lo que ha pasado el último año en Celaya, nos encontramos con más agresiones de los uniformados, -tanto a periodistas, como a civiles-, con soberbia de parte de las autoridades y protección a los agresores.
Yo evito ver el video que se grabó al momento en que un policía -sin motivo- le asesta un golpe al reportero, y la transmisión en vivo de la reportera que se interrumpe por que una mujer policía la sometió, como si hubiera delinquido.
La desagradable experiencia, que ha dejado secuelas emocionales en los integrantes del equipo, es evidencia del falso y demagógico respeto a la libertad de expresión que existe en el municipio.
Lo de menos es que traten de denostar nuestro trabajo por el estigma negativo a este medio de comunicación, que nunca ha dejado de denunciar los abusos policiacos y de difundir la versión de los denunciantes, que al igual que los reporteros, cuentan solo con su verdad para defenderse, mientras que por el otro lado vemos a las autoridades justificando, inventando y revictimizando a las personas.
Muchos -incluso panistas-, etiquetan al gobierno de Celaya como represor e incapaz, sin embargo, esto no preocupa a los que mandan.
¿De verdad son tan poco empáticos como para defender a los policías y a su estrategia de seguridad? Sí.
A los ciudadanos les pidieron ser empáticos con el Alcalde, Javier Mendoza cuando su hijo fue asesinado; muchos manifestaron indignación cuando alguien hacía un comentario inapropiado tras la tragedia, -vale la pena precisar que este medio fue siempre respetuoso en el tema- pero ¿qué tanto ha correspondido esa empatía?
El gobierno no es solidario con los periodistas o ciudadanos que son víctimas, incluso se convierte en agresor.
Si por omisión castigaran a los gobernantes que toleran las agresiones, varios integrantes del Ayuntamiento estarían procesados. Pero la realidad es otra.
No hay seguimiento a la situación de los periodistas que han sido víctimas de agresión, no hay ni siquiera la certeza de que existiera la famosa “investigación de Asuntos Internos” que tanto evocan los mandos… no hay ni si quiera un poco de intención de respetar el trabajo de los reporteros, por el contrario, somos los enemigos.
Una burda disculpa -que tuvo que reponerse por que la PRODHEG lo instruyó- demuestra la ignorancia en materia de derechos humanos de este gobierno, policías agresores gozando de su sueldo y desfilando en representación de la corporación y el pretexto de que los preventivos celayenses estaban en Comonfort por el acuerdo intermunicipal el cual no existe, son elementos que dan la razón a todos, quienes denunciamos el impune abuso de autoridad. No es un invento.
Desolados, porque no hay autoridad o ente al que podamos recurrir con la confianza de que harán lo necesario para no solapar más agresiones. El famoso Consejo de Protección solo actúa por encimita, en el momento mediático y tan tan.
Castigados, por que tras denunciar el abuso policiaco somos un medio considerado “enemigo”, lo que complica incluso la cobertura de otro tipo de información que no tiene que ver con la seguridad.
Y decepcionados, porque la supuesta honorabilidad que iba a marcar la diferencia, quedó en la utopía de las fotos sonrientes y posadas de los gobernantes en turno.
La capacidad resiliente que caracteriza a este medio, no nos impide seguir haciendo periodismo serio; seguir levantando la voz cuando sea necesario y no someternos a ningún político que va de paso en el cargo.
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Artículo 13 de la Convención Americana de los Derechos Humanos:
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.