Ante la ya inminente contracción económica, oficializada con la publicación por parte del INEGI de la contracción del PIB en el tercer trimestre del año y la acumulación de 4 meses consecutivos con caídas en el índice general de la actividad económica, el discurso oficial ha tratado de justificarse a partir de restar importancia al crecimiento económico y enaltecer las cifras de creación de empleos en el país.
En ello no han mentido, pues se han creado fuentes de trabajo; pero lo que no han incluido en los perversos sermones mañaneros es que el empleo en México se ha “recuperado” después de la pandemia en un entorno de informalidad laboral, sin certeza jurídica para las y los trabajadores, sin brindarles acceso a servicios de salud, con bajos niveles salariales y castigando particularmente a las mujeres, a los adultos mayores y a las personas con estudios de nivel medio superior y superior.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI nos da acceso a la información necesaria para hacer una cirugía mayor a las condiciones del mercado laboral y entenderlo desde sus vísceras. La ENOE nos permite afirmar que el nivel de ocupación laboral en México al cierre del tercer trimestre del año ya supera a la ocupación observada en el primer trimestre del 2020, período que para efectos de este análisis consideraremos como el nivel previo a la crisis sanitaria por coronavirus. Hasta septiembre del 2021, en el país estaban trabajando 55.8 millones de mexicanas y mexicanos, 5.4 por ciento más de los que estaban trabajando en marzo del 2020. Con ello, la tasa de desocupación laboral se redujo del 4.3 al 4.2 por ciento.
La manipuladora profundidad del discurso oficial se queda hasta ese nivel de análisis, pero mire Usted lo que encontramos si profundizamos en el estudio de las condiciones del mercado laboral con el suficiente detalle. Entre los 2.8 millones de personas adicionales que han logrado emplearse después de la Pandemia, el 79 por ciento lo ha hecho en condiciones de informalidad laboral. Solo 919 mil trabajadoras y trabajadores han podido proteger su fuente de ingreso laboral con un contrato, y de ellos solo 355 mil, el 12 por ciento del total de nuevas y nuevos trabajadores, lo ha hecho con un trabajo de base, planta o tiempo indefinido.
Por otro lado, 2.1 millones de personas, el 75 por ciento de quien se ha ocupado después de la COVID, lo ha hecho en un trabajo que no ofrece acceso a servicios de salud, ni en instituciones públicas ni en particulares. Con ello, en este momento, se acumulan ya 34 millones de trabajadoras y trabajadores mexicanos sin cobertura de salud. ¡En medio de la peor crisis sanitaria de la modernidad!
La mayoría de las y los mexicanos que se han ocupado entre marzo del 2020 y septiembre del 2021 lo han hecho como asalariados en el sector económico del comercio. 30 de cada cien nuevas plazas laborales las ha aportado este sector, seguido del sector restaurantes y servicios de alojamiento, lo que indica que el motor laboral post pandemia, en México, ha sido el sector terciario de la economía. Los puestos creados en agricultura, ganadería, silvicultura, caza, pesca o industria, todo ellos juntos, no alcanzan ni el 37 por ciento de los trabajos generados en comercio, restaurantes y servicios de alojamiento.
El problema con ello, es que justo el sector terciario de la economía es en el que se observan los salarios promedios más bajos del país. El efecto es devastador; el 65 por ciento de los puestos de trabajo creados pagan como máximo dos salarios mínimos y solo el 3 por ciento paga más de cinco salarios mínimos. En el caso de las mujeres, la cifra es escandalosa; 75 de cada cien empleos creados después de la pandemia pagan como máximo 2 salarios mínimos.
Eso no es todo; al analizar los niveles de desocupación por edades, es posible encontrar que las personas entre 65 años y más que no encuentran un trabajo creció el 27.4 por ciento entre marzo del 2020 y septiembre del 2021. Por otro lado, el número de personas con nivel máximo de estudio entre la educación media y la media superior, y que no encuentran un trabajo, aumentó en 5.4% en el mismo periodo. En este momento hay en México 68 mil personas con este nivel de educación que no han logrado ocuparse.
Ante todo ello, nadie debería de sorprenderse al ver como la polarización social, la pobreza y la desesperanza en el país crece al mismo ritmo al que aumenta la perversidad del discurso oficial y la de sus parlanchines.
La virtud del justo medio
De acuerdo al nivel de estudios, el único segmento de la población en el que disminuyó el nivel de desocupación laboral fue el de primaria terminada. La disminución más importante de desocupación se observó en el segmento de primaria incompleta. Nada de virtuoso hay en ello, pues por un lado, se está generando una política de desarrollo con puestos de trabajo de bajo nivel de competencias y por lo tanto de bajas aspiraciones salariales. Pero, por otro lado, esta misma política genera perversos incentivos para el abando escolar de las niñas, niños y jóvenes en los primeros años de estudio. ¿Usted ha escuchado previamente cómo avanza un cangrejo?
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