Estoperoles, broches de ropa, bondage, navajas de afeitar como accesorios, tartán por todas partes y látex. Todo este cóctel de antimoda fue la base del icónico estilo de la cultura punk, y su popularización se la debemos a una mujer; la reina o la anti-reina.
El 2022 no se pudo ir sin quitarnos a una mujer británica icónica, una reina que no es Elizabeth. Vivienne Westwood, la líder de la estética naciente punk y New wave durante los 70s y la inspiración directa para la reinvención de Cruella DeVil.
Estudiante de joyería en la Harrow school of art, abandonó la escuela para volverse maestra, en 1961 conoció a Derek Westwood, con quien se casaría el año siguiente con un vestido hecho por ella misma. El señor Westwood era aprendiz en una fábrica de aspiradoras, un trabajo demasiado gris y capitalista que contrastaba con la innovadora y creativa Vivienne.
Su leyenda comienza terminado este matrimonio, cuando conoció a su cómplice por excelencia. Malcom McLaren; una conexión casi instantánea que cambiaría su vida y la moda para siempre.
Juntos abrieron la tienda de ropa Let it Rock, que cambiaría su nombre a Too fast to live too young to die, Sex –nombre rupturista que causaría gran controversia-, seditionaires y finalmente Worlds end. Al principio la tienda se enfocaba en el mercado del rock, pero fue tomando un enfoque y concepto diferente con la ropa siendo intervenida por Vivienne como chaquetas de cuero pintadas con aerosol. Eventualmente Vivienne pasó de la intervención a la confección, elaborando sus diseños inspirados en la vida urbana del Reino Unido; fetichistas del cuero, cortesanas y punks.
Las ventanas opacas y el llamativo letrero color rosa que sugerían que el establecimiento era una sex shop realmente escondían, no sólo una tienda de ropa, pero el punto de encuentro de miles de jóvenes londinenses sofocados por la pesadilla industrial del capitalismo, el materialismo británico y sobre todo la propaganda que se encargaba de enaltecer a la reina y reducir a los punks a hooligans sin causa o propósito.
Mientras Vivienne se encargaba de vestir a la anarquía Malcom, había encontrado a la voz que definiría el sonido del punk volviéndose representante de los Sex Pistols, la banda que nació del punk y llamó la atención por el autodestructivo estilo de vida de su bajista Sid Vicious, sus letras sin sentido y retadoras, sobre todo hacia la figura de la reina, junto con la leyenda de Vicious eran todo lo que los rebeldes de Londres habían soñado y Westwood se encargó de vestirlos, perpetuando así la estética del punk.
“Creo que fue algo saludable, en este caso para la gente joven de aquella generación. Hacia falta.”
“estoy en contra de todo lo que solía pensar por aquellos días. El punk no tenía realmente idea alguna: grandes palabras que destruyen, sin más”.
Después de que la intensa flama del punk y de su amor con McLaren se extinguieran, su carrera también parecía hacerlo, pero Vivienne Westwood vino para quedarse, así que continuó marcando tendencia acompañándose del hijo disfuncional y con problemas parentales del punk, el New Wave, sus siguientes colecciones seguían siendo innovadoras y llamaron la atención del neo-romantic -una de las tantas ramas de la nueva ola- y siguió jugando con la tradición y status quo del Londres del siglo XX, como con su famosa mini-crini.
Aparte de mantener su esencia innovadora, Vivienne continuó con sus ideales anti sistema, siendo una de las primeras personas en denunciar el fast fashion y sus consecuencias al medio ambiente, incluso antes de que existiera el término fast fashion.
Después de consolidarse como diseñadora, activista y como marca Vivienne Westwood murió a sus 81 años, dejando como su último legado la Vivienne Foundation contra el cambio climático.