El gran campeón mexicano

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El gran campeón mexicano

En días pasados, se efectuó la pelea entre el jalisciense Saúl Canelo Álvarez y el turco Avni Yildirimin, en la que resultó ganador el primero por la vía del nocaut técnico, es decir, la decisión del entrenador avalada por el réferi, de culminar la contienda por la zarandeada del rival vencido. Los resúmenes televisivos duraron más que la pelea, ya que terminó en el tercer round, que para efectos prácticos son nueve minutos y significó que el campeón mexicano retuviera su nosecuantogésimo título, además de llevarse consigo innumerables críticas, alabanzas y algunos millones de dólares.

 Proclamado en la actualidad el mejor “libra por libra”, -que sería para los hispanoparlantes decir “kilo por kilo”, pero que para el argot boxístico se escucha mejor con la medición inglesa-, el Canelo ha podido consagrar con triunfos su carrera en un deporte que en nuestro país es por demás exigente, pero digamos que no ha conectado con toda la afición mexicana, quizás por los rivales poco convincentes a los que ha derrotado, también es probable porque su persona es más cercana a lo glamoroso y carece del carisma de los ídolos que ha tenido esta disciplina que presume tantos aficionados.

En México, el boxeo es el segundo deporte con mayor número de seguidores después del futbol y la popularidad de ambos, se debe en gran parte a que pueden ser practicados sin distingos. Si el futbol se juega en cualquier espacio con mínima planicie, el boxeo requiere un lugar más reducido para practicarlo, agregando que para muchos, es ley sin artículos para defenderse en las calles.

Para conocer los orígenes boxísticos, bastaría con remontarse a cualquier disputa con los puños desde que el ser humano compite para obtener su bienestar, instinto de supervivencia, le llamamos. Diferenciado de la lucha cuerpo a cuerpo, se han encontrado pinturas y vestigios que semejan al box y que datan de cuatro mil años antes de nuestra era,  desde las culturas mesopotámicas, egipcias, hasta las mediterráneas como la griega, lugar donde estas contiendas fueron disciplina para las olimpiadas antiguas y que posteriormente se practicó en Roma para los esclavos que buscaban su liberación, pero después se mantuvo en combates circenses tan desiguales, como los verificados entre personas de baja estatura contra hombres corpulentos e incluso animales. No se piense a un oso con guantes, pero cabría la posibilidad.

Difundidas posteriormente en Europa, estas luchas tuvieron mayor arraigo en tierras inglesas, como lo muestran crónicas del siglo diecisiete, que hacían referencia a peleas de puños conocidas como boxing, derivada de la palabra anglosajona box – caja, por su desarrollo en un espacio cuadrado, en una disputa que no tenía límite de tiempo y el vencedor se decretaba hasta que el rival desfallecía. El arraigo propició que se apostara por los combatientes y que a ellos se les incentivara económicamente; el profesionalismo comenzaba a hacer asomos. Por su propagación, se reglamentó a finales del siglo diecinueve con pocas variantes a las de la actualidad, al ser obligatorios los guantes, peleas de veinte episodios (en la actualidad son doce) de tres minutos con uno de descanso, réferi, diversas categorías de pesaje y con estas condiciones, ser aceptado como deporte olímpico en 1904.

Siendo nuestro país multicultural y con influencia de varias naciones, cabe la posibilidad que el box llegó de varios puntos en los comienzos del siglo pasado; por los mineros ingleses en Hidalgo,  los marineros europeos en diversos puertos o la cercanía con los Estados Unidos, quienes sus practicantes lo tomaron de los ingleses, pero lo cierto es que cuando se adoptó en México, se hizo para tener excelentes progenitores; es el deporte que más campeones profesionales ha dado al país y el segundo que ha ganado mayor número de medallas olímpicas.

De estos ganadores, la mayor parte viene de lugares donde viven muchos y sobresalen pocos, lugares como menciona Gerardo Orellana, profesor de sociología de la UNAM «El boxeo es un estilo de vida (…) la gente que no tiene acceso a estudios, tiene la visión de que el cuerpo es un instrumento de trabajo que te puede traer éxito en la vida”. No es gratuito que los gimnasios boxísticos proliferen en los barrios populares y que sus mejores exponentes provengan de sus terrenos.

Los llamados ídolos del boxeo en México, se han forjado por el convencimiento de sus triunfos deportivos, pero sobre todo por ser parte de la población que se identifica con ellos. De ejemplos hay varios, pero es probable que los más grandes fueron Rubén Púas Olivares, llamado en su momento “El boxeador del Pueblo” por su palmarés de 89 triunfos y quien se daba el gusto que en sus regresos apoteósicos a su colonia, compraba toda la carga de los camiones cerveceros que tenían la suerte de pasar donde se encontraba, además adquirir las carnitas y barbacoa de varios expendios. Imaginemos esas verbenas con cientos de amigos que luego fueron imaginarios, cuando Olivares se quedó en la ruina.

Similar situación, pero con palabras mayúsculas, fue la ocurrida con quien anunciaban en sus peleas como “El gran campeón mexicano”, Julio César Chávez, quien tuvo su esplendor a principios de los noventa, cuando hacían sus pininos los Pago por Evento,  que le propició ganancias generosas y una carrera convincente de 127 triunfos. Lo mayúsculo de Chávez, no solo fueron sus triunfos, ni fiestas con cerveza y carnitas, menos los amigos de barrio, ya que se acompañó de narcotraficantes y lo que conllevan estas relaciones, además de alternar con varias actrices y modelos de Televisa, como él lo ha mencionado y que propició que poco le quedara de su fortuna monetaria.

Actividad que continua paralizando al país cuando de grandes peleas se trata, el boxeo goza de cabal salud y se ha expandido su práctica en todos los estratos sociales, debido a que es una disciplina por demás completa y porque no, llamativa para quien guste hacer de ella una profesión lucrativa, como el Canelo Álvarez, el actual gran campeón mexicano, agrade o no a los especialistas con micrófono y bolígrafo de los medios de comunicación y a los expertos con bebida refrescante y botana de sillón casero. 

 

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//Fecha de publicación: 08/03/2021

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