Leer o no leer, he ahí el dilema

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Chispitas de lenguaje

Leer o no leer, he ahí el dilema

A la entrada del galerón donde se instaló la Feria Nacional del Libro de León, Fenal, un grafitero –promovido por los organizadores de la Feria– caricaturizó la imagen de William Shakespeare. En el dibujo, el personaje presentaba un libro en mano y en un globo aparecía parafraseada la famosa frase de Hamlet: «Leer o no leer, he ahí la cuestión».

La idea me pareció curiosa, la fotografíe y la subí a mi muro de Facebook (como hacemos todos cuando algo nos parece singular). Como era de esperarse, recibió muchos clic en el botón ‘Me gusta’. Sin embargo, un muy buen amigo desde España de inmediato protestó y dijo que eso no debería ser un dilema, que no había duda en lo que debe ser.

Desde luego tiene razón: no debería ponerse en duda una actividad que ha probado por siglos ser impulsora del pensamiento. Gracias a la lectura y, principalmente, a ésta reflexionada; la humanidad ha experimentado progresos como nunca antes en la historia. La escritura mesopotámica facilitó recuperar la experiencia, el conocimiento, sin el natural desvío que la tradición oral introduce. Las más destacadas civilizaciones universales lograron su grandeza gracias a la escritura. Los mexicas recibieron de los toltecas ‘la tinta roja y la tinta negra’ (concepto que refiere la Sabiduría en esta gran cultura mesoamericana; lo interesante es que funde los dos conceptos: escribir y conocimiento).

Por ello, no le falta razón a don Rafael Martínez Teruel, mi gran amigo murciano. Sin embargo, en una sociedad como la nuestra, poco dada a la lectura, hay quien sí se plantea la disyuntiva. La idea que la lectura solo sirve para acreditar niveles académicos (con su consecuente: facilitar las opciones laborales), está muy enraizada. He oído decir a algunos muchachos que es suficiente con poner un puesto de tacos en un buen lugar para ser exitoso. Con ello reducen su existencia y realización a ganar dinero. Se olvidan que familiarizarse con los libros les facilitaría entender cuál es ese ‘mejor lugar’ para ubicar su negocio y que las grandes empresas se logran estudiando estrategias. Ello implica no solo leer, sino comprender y reflexionar para tomar decisiones. Por tanto, para lograr verdaderamente el éxito y no como un mero factor de azar (a ver si pega aquí el negocio) entender esas estrategias (no vienen como receta de cocina en algún libro) se deben hacer múltiples lecturas reflexivas.

Comprar un libro, disfrutarlo, analizar sus aportes, no debería ser un dilema. Quien no sabe leer depende de la palabra de los demás. Tan solo reconocer el rótulo de los autobuses, permite tener la seguridad del que debe abordarse. No saber descifrar los símbolos obliga a esperanzarse en quien lee. La ignorancia cuesta demasiado caro a un país (aunque suene a lugar común, es totalmente cierto). Ya en múltiples ocasiones el investigador y periodista Saúl Arellano lo ha dejado claro.

Leer debe ser una actividad regular para desarrollar múltiples habilidades. Un video de National Geographic sobre la forma en que aprende el cerebro señala que al comprender y vivir una experiencia (una parte del cerebro no reconoce la diferencia entre un sueño y una descripción imaginativa de la realidad; el razonamiento sí), la persona está más capacitada para enfrentar cualquier reto. La ventaja es que ya lo ha vivenciado a través de la lectura. Obviamente, a mayor lectura, mayores experiencias.

Por ello, la lectura no debería ser cuestionada. Los libreros en casa deberían ser objeto de orgullo (en la mayoría de los hogares están ausentes y su lugar lo ocupa una enorme pantalla de televisión).

Quiero agradecer a las personas que me acompañaron este pasado domingo 1 de mayo en la Fenal. Algunos llegaron por invitación en mi muro de Facebook. Otros porque se acercaron al escuchar el tema de la charla. A quienes se llevaron de mis libros, gracias. Pero, además, debo destacar que nuestra charla no acaba en la última de las hojas del libro que llevaron. La obra presentada en esta ocasión fue una compilación de varios de mis artículos que publico en este medio. La mayoría de los temas son solicitados por los lectores semanales. Por ello, el libro solo es el pie para quien no me conocía. Ahora que saben que estoy al alcance de un correo electrónico o una red social, seguiremos aquí la charla iniciada en la Fenal. No hay ya dilema.


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