¿Obras en beneficio de…?

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¿Obras en beneficio de…?

Por Enrique R. Soriano Valencia

Las preposiciones son palabras de enlace. Su propósito es dar sentido a la vinculación entre dos o más elementos de una oración. Desafortunadamente, no tienen un significado preciso. Por ello, en los diccionarios ejemplifican su aplicación («Se usa en oraciones como…»), así aproximan el sentido en que deben emplearse. Por ello, es común usarlas por la forma en que la mayoría aplica… aunque algunos casos sean imprecisos.

Hace unos días escuché por la radio a un funcionario público que hablaba de «Obras en beneficio de los celayenses». La preposición ‘en’ aplica para dar sentido de «sobre, dentro» (también tienen otros significados, pero se alejan aún más de lo pretendido en esa expresión). Desde luego no tiene sentido anunciar «obras sobre beneficio…» u «obras dentro del beneficio de los celayenses». Por lo tanto, para este tipo de casos lo preferente sería la preposición ‘para’. El Diccionario de la lengua española indica para esta preposición en su primera acepción «Denota elfinotérminoaqueseencaminaunaacción». Es decir, por simple sustitución, las «obras tiene como propósito el beneficio de la población celayense», a ello se encamina su edificación. Por lo tanto, debía enunciarse «obras para beneficio de los celayenses».

Por una parte, es un error común en los poderes ejecutivos de los tres ámbitos de competencia, me refiero a casi todos los servidores públicos de la Administración Pública. Pero por la otra, la misma sociedad también suele cometer esta imprecisión. Hago la diferenciación específica porque el lenguaje oficial se ha sofisticado tanto que actualmente ya tiene códigos muy propios que a la sociedad le son ajenas y que en ocasiones ni siquiera sabe interpretar («Tenga a bien…»; «Reitero a usted las seguridades de mis más altas y distinguidas consideraciones…», etc., por ejemplo). Como contraparte, el sector Público sí se nutre de las imprecisiones del resto de la sociedad. El caso de «obras para beneficio…» puede ser uno de esos casos.

En general, el uso de preposiciones resulta complicado. Los ejemplos se suceden y algunos hasta cobra cierta notoriedad. Por ejemplo, es común escuchar la discusión si es correcta o incorrecta «vasos de agua» y «vasos con agua». Popularmente, se recurre con mayor regularidad a la primera. Sin embargo, un sector de la población con un poco más de instrucción, supone que la segunda es la aplicable. Si se reflexionara en el sentido que imprime cada preposición (de / con) se concluiría que ambas aplican pero para condiciones distintas. Cuando uno llega a un restaurante y solicita que le traigan agua, desde luego la preposición aplicable es ‘con’: «Mesero, por favor tráigame un vaso con agua». Eso se debe a que recipiente y líquido se presentan juntos, uno para contener al otro. Pero al beber el contenido del vaso, no se puede «bebí un vaso con agua», porque ello implicaría que la sustancia y el recipiente irían derechito al estómago, juntos. Por eso ahí la que se debe emplear es: «Me bebí dos vasos de agua». En este caso la preposición ‘de’ no se refiere a material o pertenencia, sino de cantidad.

Muchos procesos judiciales se complican porque los argumentos usan inadecuadamente las preposiciones. Una imprecisión en este sentido, puede cambiar totalmente el sentido. Son, por tanto, partículas que todo hablante (aún más un servidor público) debe usar con mucho tiento. Seguiré refiriendo algunos casos.

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