DESGASTE

hector redes

SALVO SU MEJOR OPINIÓN

DESGASTE

El próximo mes de diciembre se van a cumplir 10 años de que el entonces presidente Felipe Calderón le declarara la guerra al narcotráfico y ordenara al Ejército intervenir de manera directa y decidida en varias ciudades de distintos estados de la república en donde las organizaciones criminales habían tomado el control absoluto del territorio. Más allá de las razones que orillaron a Calderón a tomar dicha determinación (hay quienes hablan de que buscaba legitimarse ante el dudoso resultado de las elecciones del 2006, otros dicen que en efecto la situación era insostenible o quizá el resultado de una combinación de ambos supuestos), a 10 años de haber comenzado con dicha ofensiva, los niveles de violencia que padece México son escalofriantes y sólo en periodos muy acotados de tiempo se ha logrado disminuir las ejecuciones, tendencia que hoy desafortunadamente otra vez se encuentra a la alza.

Resultaría frívolo criticar la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad tomando en cuenta el grado de corrupción que sufren infinidad de policías municipales a lo largo y ancho de nuestro país. Los casos eran abundantes en los municipios de La Comarca Lagunera, Ciudad Juárez; Monterrey; Apatzingán; Reynosa; Acapulco; Culiacán. Hubiera sido irresponsable por parte del gobierno federal, dejar a la ciudadanía en manos de las policías de ciertas ciudades controladas por el narco, ya sea por intimidación o por corrupción. Se debía entonces buscar una solución por lo menos temporal y entonces las Fuerzas Armadas debieron entrar al quite. Pero justo en ese momento, cuando el problema nos estalló en la cara, cuando vimos con horror masacres indecibles, es cuando todos y cada uno de los gobernadores debieron comenzar a reconstruir a las policías para que las labores del Ejército fueron temporales y no definitivas como lo parece hasta ahora.

Salvador Cienfuegos, titular de la SEDENA reconoce que hay un evidente desgaste, que muchas veces los militares se sienten incomprendidos por la ciudadanía, por los propios organismos de derechos humanos que los critican con vehemencia pero que cuando la milicia es agredida, misteriosamente guardan silencio. Hace falta un marco normativo que regule la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad, eso es cierto, pero no bastará, porque los militares no están entrenados para prevenir el delito, no están entrenados para andar capturando ladronzuelos o para patrullar las calles de una ciudad agredida por el crimen. Los militares están entrenados para la guerra, utilizan el leguaje de la guerra y mientras sigan en las calles, las supuestas violaciones a los derechos humanos seguirán en aumento y la institución se seguirá desgastando poco a poco, no puede ser de otra forma.

Existe además otro problema. México es un país enorme, no contamos con un Ejército lo suficientemente grande como para cubrir todas las necesidades en materia de seguridad. Si surge un problema en Guerrero, envían a 3 mil militares que descobijan Tamaulipas; si surge una situación en Michoacán, le envían 5 mil militares que dejan desamparado a Chihuahua. Si a lo anterior le agregamos que también se les requiere cuando hay un desastre natural, es imposible que puedan cubrir todo.

Se necesita pues mayor inversión en seguridad pública, que a los cuerpos policiacos se les mejore su sueldo, se les profesionalice, que los gobernadores asuman su responsabilidad y entreguen cuentas periódicas de su avance o sean castigados con mecanismos por determinar. Mientras no suceda lo anterior, mientras los gobernadores sigan dormidos en sus laureles y sigan llamando a la federación en busca de ayuda, el Ejército va a tener que continuar en las calles.

Twitter: @gomez_cortina

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