DON PORFIRIO

hector redes

SALVO SU MEJOR OPINIÓN

DON PORFIRIO

El pasado 2 de julio, se cumplieron 100 años del fallecimiento de don Porfirio Díaz en París; luego de que gobernara este país en un primer momento de 1876 a 1880 y luego de forma ininterrumpida de 1884 hasta su renuncia en mayo de 1910, murió acompañado de sus más cercanos familiares en Francia, añorando a su patria y anhelando algún día poder regresar, pues siempre fue su deseo que sus restos mortales descansaran en México.

No es la intención de este columnista realizar una reseña de la vida de don Porfirio, pues al final de esta colaboración, voy a recomendar algunos libros que he tenido la fortuna de leer y que me parecen indispensables para conocer al personaje y su circunstancia; lo que quiero plasmar aquí es una opinión personalísima sobre el llamado “Cincinato oaxaqueño”, un hombre central en la vida de nuestra patria y cuya figura ha sido, desde mi punto de vista, denostada, repudiada y en el mejor de los casos, olvidada por la historia oficial, tan llena de mentiras y de ridiculeces, creadora de santos (los héroes) y de demonios (los villanos), pareciera que las épocas trascendentales de este país han tenido como protagonistas a extraterrestres, ajenos a todo sentimiento humano, alejados de la miseria, pero también de la grandeza, una historia que muchas veces ha sido utilizada con fines políticos.

Recuerdo perfectamente que cuando vi la novela histórica “El vuelo del águila” por allá del lejano año de 1993, me impactó profundamente, don Porfirio se convirtió en ese momento, en uno de mis personajes favoritos, sin embargo, lo que yo aprendía en las aulas, en los libros de historia de la SEP, era muy distinto a lo que veía en televisión; los libros de texto se encargaban de minimizar los aciertos del régimen porfirista y exacerbaban los errores y los excesos, afortunadamente, con el paso de los años y gracias en parte a mi natural afición por la historia y a un querido profesor de preparatoria de nombre Carlos Julio Trujillo Becerra, fue que comencé a ver con escepticismo la historia oficial, me volví más crítico y procuraba siempre buscar varias versiones sobre los acontecimientos de mi interés, como la era porfiriana por ejemplo o sobre Maximiliano de Habsburgo.

No soy historiador, por lo tanto no me considero un experto en el tema, pero los aciertos de don Porfirio están a la vista de todos y es muy injusto no reconocérselo; nadie puede negar que durante su presidencia se logró la pacificación del país, la llamada “Pax Porfiriana”, luego de varias décadas de inestabilidad política y de desastres financieros, se alcanzó un crecimiento económico sostenido, don Porfirio procuró e impulsó la modernización del país, se dio a la tarea de realizar importantísimos monumentos que embellecieran no solo la ciudad de México, también toda la república, ahí está el imponente Palacio de Bellas Artes (iniciado en su época, pero interrumpido por la revolución); El palacio postal, una verdadera joya arquitectónica; El edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas que hoy es sede del MUNAL; El ángel de la independencia o incluso El monumento a la revolución, que originalmente estuvo destinado a convertirse en el Palacio Legislativo; en Guanajuato tenemos al bellísimo Teatro Juárez como ejemplo de esa época.

También es necesario destacar la infinidad de obras que don Porfirio ordenó que se realizaran en virtud de los festejos del centenario del inicio de la guerra de independencia, construcciones útiles que hasta el momento siguen sirviendo a la población, no como las tonterías y los despilfarros del gobierno de Calderón en el 2010, que no sirvieron para nada; el prestigio alcanzado por México a nivel internacional fue latente, los gobiernos de varios países del mundo elogiaban el gobierno de don Porfirio, que se hizo acompañar por personajes brillantes como el Ministro de Finanzas José Yves Limantur o el Ministro de Educación Justo Sierra.

La historia de don Porfirio es muy rica, anteriormente solo mencioné ciertos datos de su presidencia, pero como militar fue brillante, participó con valentía y honor durante la batalla de Puebla del 5 de mayo de 1862, la de Mihuatlán y La Carbonera en 1866 en Oaxaca, que significaron victorias importantísimas para el ejército de oriente y sirvieron como preámbulo al triunfo de la república sobre el imperio de Maximiliano; don Porfirio fue decisivo y por eso don Benito Juárez siempre contó con él para todo tipo de enfrentamientos.

La época porfiriana tuvo también su lado oscuro, una profunda desigualdad, la represión contra el pueblo yaqui, la ausencia de libertad de expresión y una política que giraba en torno a un solo hombre, el poder se encontraba totalmente centralizado; don Porfirio se equivocó al no haberse retirado en 1910 o por lo menos en haber incluido como Vice-presidente a Francisco Madero, quien hasta antes de ser encarcelado, se desvivía en elogios hacia don Porfirio.

Armando Fuentes Aguirre “Catón” dice que uno de los más grandes méritos de don Porfirio es haber renunciado, hacerse a un lado, según el coahuilense, Díaz se había enconado con los EEUU y cuando se enteró que los yanquis estaban apoyando el movimiento revolucionario, decidió dejar el poder para no bañar de sangre al país, su retiro fue terso, sin problemas, el desastre sobrevino con Madero y ahí don Porfirio no tuvo nada que ver.

Sirva esta conmemoración para reflexionar, para repensar la historia de México, para entender al personaje, para tener una opinión sobre el tiempo en el que vivió y no para juzgarlo con valores actuales; recomiendo los siguientes libros:

  1. Porfirio Díaz, la biografía de Paul Garner

  2. El último brindis de don Porfirio, de Rafael Tovar y de Teresa

  3. Pobre patria mía, de Pedro Ángel Palou

  4. El exilio, un relato de familia, de Carlos Tello Díaz

El doctor Tello Díaz, tataranieto del general, prepara una biografía de 3 tomos, el primero de ellos comprenderá desde el nacimiento de don Porfirio en 1830 hasta la toma de la ciudad de México en 1867, saldrá a la venta en agosto, hay que adquirirlo.

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