GUERRERO; TODOS FALLARON

hector redes



SALVO SU MEJOR OPINIÓN


GUERRERO; TODOS FALLARON

Lo ocurrido recientemente en el municipio de Iguala, Guerrero, representa el horror, la ingobernabilidad, la impunidad y la desfachatez de muchas autoridades que han sido cómplices del crecimiento de la delincuencia organizada en ciertas regiones del país en donde vivir se ha convertido en un auténtico infierno; ya sea por temor, conveniencia o por una mezcla de ambas, quienes debieran proteger a la ciudadanía se han convertido en sus verdugos.

Al momento de escribir estas líneas, nada se sabe de los más de 40 normalistas desaparecidos la noche del viernes 26 de septiembre, solo unas fosas clandestinas situadas en terrenos de difícil acceso dan muestra de la barbarie que se vive en aquél estado del sur de nuestro país; solamente el cuerpo salvajemente mutilado del estudiante raptado esa fatídica noche Julio César Mondragón no da muchas esperanzas de que los demás aparezcan con vida.

Debo confesar que desde hace mucho tiempo me enfadan los procedimientos de los normalistas, acostumbrados a bloquear carreteras, comercios y a secuestrar camiones con el fin de que el gobierno estatal les cumpla sus caprichos, solo han conseguido sus “victorias” porque han sido mimados por un gobierno enclenque y sin pantalones que prefiere resolver un asunto a billetazos antes que enfrentar un problema, aunque la solución sea solo temporal; debo reconocer que me pareció un atropello aquél cierre de la autopista del sol en diciembre del 2011 en donde un par de estudiantes murieron al recibir disparos realizados por policías estatales, pero en donde días después murió el empleado de una gasolinera que se vistió de héroe al cerrar las bombas del establecimiento que habían incendiado los estudiantes y así evitar una explosión catastrófica; policías fueron procesados, pero nadie, ningún normalista respondió por la vida de ese hombre y a la CNDH le importó un carajo; son totalmente reprobables los actos vandálicos contra el palacio de gobierno de Chilpancingo con la complicidad del gobierno estatal que se sentó a observar cómo era destruido su edificio.

Pero más allá de las acciones reprobables que realicen, lo ocurrido en Iguala nos debe importar a todos, porque no puede ser posible que la policía de ese lugar se encuentre al servicio de un grupo criminal y haya abierto fuego contra los jóvenes, porque no puede ser posible que el presidente municipal de Iguala José Luis Abraca, haya llegado a ese cargo con el respaldo del PRD, que conocía sus lazos familiares con un líder del grupo delictivo llamado “Guerreros Unidos”, porque el gobernador Ángel Aguirre no hizo nada por intentarlo siquiera retener luego de enterarse de lo ocurrido y haber aparecido más de 48 horas después de los acontecimientos, porque resulta decepcionante que luego de que René Bejarano denunciara ante la PGR y la SEGOB al Alcalde de Iguala de haber sido el autor material del homicidio del líder de la organización Unidad Popular Arturo Hernández Cardona, estas instancias no hayan movido un solo dedo.

En el tenebroso caso de Iguala, todos fallaron y es algo que nunca, por ningún motivo se puede repetir, los culpables deberán ser castigados sin importar los costos políticos que ello pueda generar, el infierno de Iguala contrasta con el país progresista que camina hacia la paz que el presidente Peña presume en el extranjero, el caso Iguala puede ahuyentar el turismo y la inversión y si no se actúa en consecuencia, nuestro país seguirá cargando ese lastre de inseguridad, ese fantasma de la violencia sin razón que se niega a irse.

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