La casa de papel (parte 4)

hector redes

TRINCHERA CIUDADANA


LA CASA DE PAPEL

(PARTE 4)

Alerta de spoilers!!!!!

Recientemente les dije que comenzaba a ver La casa de papel parte 4 y que les daría mi crítica constructiva y sincera. Muy bien, pues aquí va:

Comienzo diciéndoles que se trata de una serie muy entretenida y llena de acción, que, si ya vieron las partes anteriores, casi casi por inercia deberán ver la más reciente. Es una gran producción que no escatima en recursos y como ya se encuentra dentro del gusto del público, su éxito está asegurado.

Ahora vamos a lo más importante.

La serie es un cúmulo de inconsistencias y un monumento a la ridiculez y a lo imposible.

Resulta que los ladrones, ya al interior del Banco Nacional y con varios rehenes, se ven en aprietos cuando uno de los retenidos, quien es el jefe de seguridad, escapa. Su liberación resulta inverosímil no porque no pudiera suceder sino porque quien la auspicia es “Palermo”, uno de los ladrones a quien por problemas con sus compañeros han decidido inmovilizar. “Palermo” convence al jefe de seguridad e incluso le dice que, dislocándose el dedo gordo de la mano, podrá liberarse.

Nos enteramos poco después que el jefe de seguridad fue combatiente de guerra y cuenta con un adiestramiento de élite, entonces ¿necesitaba que alguien le dijera cómo liberarse y que además lo convenciera? Por supuesto que no, un tipo con semejante preparación vería el modo de liberarse y de tomar el control.

El profesor acude con un cómplice a la casa de un policía de apellido Antoñanzas para amenazarlo y luego sobornarlo para que pueda entregar información a “Lisboa”, la amante del profesor a quien tienen retenida. Antoñanzas, aterrado, se arroja desde la ventana de su apartamento, cae a un trampolín y después a la alberca. El profesor y su cómplice acuden a su recate y tanto ajetreo por la madrugada, llama la atención de los vecinos, quienes se asoman a la ventana y ¿qué creen? ¡No reconocen al profesor! El criminal más buscado de España pasa total y absolutamente inadvertido por los vecinos del lugar.

Y para cerrar con broche de oro, el jefe de seguridad asesina a “Nairobi”, causando un golpe demoledor a la banda, quien, tras llorar su muerte, logran sacarla del Banco Nacional al interior de un ataúd mientras los policías observan impactados. En pocas palabras, le rindieron un funeral de Estado.

La gente en los alrededores corea a los ladrones, los respalda, les da su ánimo. No creen en la policía ni en ninguna autoridad.

Se trata pues de una apología del delito.

No voy a decirles que la eviten, porque es muy entretenida, pero con el paso de las temporadas ha perdido su originalidad.

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