TZENDALES

hector redes

TRINCHERA CIUDADANA.


TZENDALES

Dormir enlodado bajo la sombra de una gigantesca ceiba, despertar por las incesantes picaduras de los mosquitos que devoran la piel, arrancarte las garrapatas que parecen adheridas como calcomanías, recorrer a pie varios kilómetros entre una vegetación que devora, padecer la hostilidad de pobladores que cuestionan tu presencia y amenazan con hacerte daño. Bañarte en un río cuyas maravillosas aguas parecen detener el tiempo.

El libro “Tzendales la ciudad maya perdida” es un relato de los viajes que por la selva lacandona ha realizado el doctor Carlos Tello Díaz en busca de las misteriosas ruinas y de los periplos suscitados durante los recorridos. Es también, sin lugar a dudas, un homenaje a los exploradores, investigadores y arqueólogos que dedicaron su vida al estudio de la civilización maya.

Por el texto irán apareciendo Alfred Tozzer, a quien la invitación de Charles Bowditch de viajar a México cambió sus planes para siempre; el fotógrafo B. Traven, un personaje misterioso y enigmático autor de “La rebelión de los colgados”; Teobert Maler, descubridor incansable, enamorado de una jovencita que lo traicionó; Frans Blom y su legado imperecedero en el museo Na Bolon de San Cristóbal, Ian Graham, descubridor y epigrafista; Carlos Frey, su fascinación por Bonampak y su trágico final y Giles Healey, descubridor de los murales de Bonampak, al paso que las imponentes ciudades de Palenque, Bonampak y Yaxchilán surgen de entre la maleza, llenas de misterio.

Tzendales es también un cúmulo de historias sombrías y maravillosas sobre el modo de entender la vida de los habitantes de aquella zona, con todo y los problemas ancestrales por la tierra que han padecido

Terminé de leerlo hace unos días y no pude evitar recordar el viaje que en diciembre de 2012 hice en solitario por el estado de Chiapas. Me fascinó la belleza de San Cristóbal y la neblina que cubre sus calles, la hospitalidad de la gente, la exquisita gastronomía y la misteriosa historia que se respira a cada paso. Una tarde cualquiera luego de un recorrido comí en un restaurante llamado El Fogón de Jovel cuando un músico que tocaba la marimba se enteró que era de Guanajuato e interpretó la inmortal canción de José Alfredo Jiménez.

Ni qué decir de las ruinas arqueológicas y las bellezas naturales. Las lagunas de un azul deslumbrante, las cascadas de una claridad sorprendente. Alguna vez un amigo me dijo unas palabras que describen perfecto lo que uno encuentra en Chiapas. “Es increíble que entre tanta abundancia exista tanta pobreza”.

Recomiendo entonces Tzendales. Léanlo y adéntrense en esa tierra maravillosa, inhóspita y salvaje.

Suscríbete al blog por correo electrónico

Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir avisos de nuevas entradas.

Únete a otros 174K suscriptores