USURA E INSENSIBILIDAD

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TRINCHERA CIUDADANA


USURA E INSENSIBILIDAD

Lo que relataré a continuación sucedió recientemente en un hospital particular de Celaya a familiares cercanos y queridos. Omitiré nombres porque no es mi intención dañar reputaciones, pero sí quiero retratar la usura e insensibilidad que priva en buena parte sino es que, en todas las clínicas privadas, lugares donde lo que importa es solo el dinero y no la atención y el consuelo que como mínimo servicio debería recibir el enfermo y sus familiares.

El asunto se presentó así: un hombre es ingresado a una clínica, se encuentra inconsciente y con agudo padecimiento hepático. Es colocado en una camilla y se les cae a los camilleros. El paciente se abre la cabeza. Se le da aviso al doctor que enseguida ordena un encefalograma, gira instrucciones y se retira.

El paciente continúa inconsciente, es entubado, pero posteriormente sufre cuatro paros cardiacos y muere.

La cuenta por hospitalización, terapia intensiva incluida, tomando en cuenta que no estuvo ahí ni siquiera veinticuatro horas es de poco más de cuarenta mil pesos. A esa suma hay que agregar más de veinte mil pesos de honorarios médicos.

Un familiar acude a administración y desembolsa los cuarenta mil, pero se niega a pagar el encefalograma por haber sido causado por personal de la clínica. En administración se ponen difíciles y la actitud se vuelve hostil, aunque terminan por aceptar. El familiar les dice que no tiene más dinero en ese momento para pagar el dinero de honorarios, pero está dispuesto a firmar un pagaré. En administrativo se niegan y le dicen que, si no paga, no le entregarán el cuerpo.

Afortunadamente otro familiar amaga con denunciarlos ante el Ministerio Público. Administrativo se comunica con el doctor principal y este último ordena entregar el cuerpo.

¿Por qué la maldita insensibilidad? ¿Por qué la maldita usura? Las clínicas privadas parecen barriles sin fondo dispuestas a exprimir hasta el último centavo de una familia adolorida y angustiada, pero con la esperanza de que el familiar recupere la salud.

En mi caso, hace siete años lo viví en carne propia cuando me operaron la rodilla en Querétaro. Tenía en aquel momento un seguro de gastos médicos mayores y el hospital se aprovechó para inflar inmisericorde la cuenta final que rebasó los doscientos mil pesos. El doctor me había dado el alta, pero en administrativo aún no me dejaban salir y como era un neófito en ese tema, pensé que se trataba de papeleo y nada más. Lo increíble fue que estuve más de cuatro horas después de la alta médica sin ningún tipo de noticia, hasta que por fin alguien de administrativo se dignó a avisarme de la situación y salí de ahí luego de firmar un par de vouchers por una importante cantidad de dinero.

Afortunadamente y luego de un trámite, recuperé lo gastado, pero pude sentir el desprecio por la dignidad humana que priva en esos lugares. Es increíble el desdén y la deshumanización.

Años después padecimos lo mismo luego de una operación que le realizaron a mi papá. El doctor había indicado una cantidad y en administrativo cobraron doce mil pesos más. El doctor ordenó días después la devolución del excedente.

Con mi mamá algo similar. El doctor le autoriza llevar sus medicinas y en la cuenta final se las estaban cobrando en una hoja de papel que parecía el edicto de un rey, interminable, además de estar lleno de términos incomprensibles para el paciente.

Recientemente la analista Viridiana Ríos escribió un artículo del cual recupero una cita: “Los hospitales privados son un abuso. Los públicos una tortura. Y fluctuando entre esos dos, va a cuestas la clase media”.

A los usureros, aprovechados y cínicos, a quienes lucran con el dolor ajeno les digo con todas sus letras: NO TIENEN MADRE.

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Twitter: @gomez_cortina


// Fecha de publicación: 21/08/2020

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