¡Y QUE VIVA EL ROCK AND ROLL!

hector redes

TRINCHERA CIUDADANA


¡Y QUE VIVA EL ROCK AND ROLL!

Hace pocos días falleció Alejandro Valdés. No tuve la fortuna de conocerlo ni de tratarlo, aunque lo ubicaba bien, sobre todo por su participación como director de Comunicación Social el trienio del arquitecto Ismael Pérez Ordaz (2012-2015). Siempre tuve buenas referencias de él, como persona, como profesionista y como servidor público. Un buen amigo me sugirió hace poco hacer una columna sobre el rock en Celaya, tratando de homenajear un poco a Alejandro, pero también para rememorar una época muy bonita de la cual nuestra ciudad fue parte y que ahora muchos añoran con especial nostalgia.

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Estuve pensándolo y traté de escribirla a mi modo y con mi estilo, pero creo que el relato bien merece la pena transcribirlo prácticamente íntegro. Así que cedo este espacio al buen Toño Guiza Cabrera para que nos conduzca por esos tiempos pasados que muchos ansían volver a vivir:

“A finales de los años 80s y durante casi toda la primera mitad de los 90s, la fuerte influencia de MTV y la pequeñísima brecha que habían generado para la televisión abierta algunas bandas como Caifanes y Maná, generaron un auge en el rock a nivel nacional que, sin excepción, se vio reflejado en los jóvenes de la ciudad mayormente nacidos en la década de los 70s.

Era una ciudad bastante tranquila y se podía trasnochar en la calle sin miedo. Estaban de moda los “botaneros” como Trancas y Potreros en Francisco Juárez, este otro que estaba en la ex hacienda de san Nicolás se me fue el nombre jaja; “Brincos” en la vía de Las Fuentes y el lado “B” llamado “El estribo”. También se organizaban toquines a los que todos íbamos en la concha acústica de Jardines y había un concurso de bandas famoso en la región llamado “La guitarra de cristal”, pero originado en esta ciudad.

En esos tiempos la feria era en las originales instalaciones y en el famosísimo “kiosko” que era el área de bares, no había lugar que no tuviera alguna banda celayense tocando. En esas fechas decembrinas, la mayoría de esos botaneros cerraban por quince días para instalarse en la feria, a donde todos los seguíamos.

Esos lugares, por las noches, los fines de semana se inundaban de gente para ir a escuchar bandas de rock. Celaya se volvió el epicentro de la región pues venían grupos de distintas zonas del centro del país, con cierto grado de fama, como Rostros Ocultos, Océano, Cristal y Acero, entre otras.

Además, en la ciudad, había distintas agrupaciones conformadas por jóvenes que se conocían entre sí. Era un ambiente de camaradería en el que todos nos conocíamos con todos. Entre las más famosas bandas estaban “Sombras”, comandada por quien ahora es JAN, curiosamente descubierto por Raúl Velasco pues tocó con su grupo en un programa de siempre en domingo que se celebró en el estadio Miguel Alemán y de ahí se lo llevaron a Televisa.

Rockcel liderada por Juanito Mancera, La Falla con el insuperable Manuel Crespo, Flor de Caño, entre muchas otras.  Entre todas las bandas, había una que destacaba. Era como la mamá de los pollitos. De los pocos que se aventuraban más allá de coverear, para tocar sus propias rolas. Inclusive fueron de los poquísimos que lograron cumplir su sueño: grabar un disco que se vendía en una que otra disquera de la ciudad. Había dos: una en Riva Palacio y otra que vendía buenos discos, llamada Génesis en la meritita falla de Madero frente a Catedral.

La banda se llamaba “Los vecinos distantes”. Estaba conformada por “Abe” Siqueiros, el “Quetín” Olivares, el “Meño”, Nacho Lekunberri, “Pepenel”, el famosísimo “Diablo” Ledesma que al día de hoy es una leyenda en la ciudad y, por supuesto, Alejandro Valdés.

Las bandas duraron unos años más. El rock fue perdiendo fuerza, los jóvenes crecieron y se fueron disgregando, quedando solo algunos pocos activos en la música.

Ale estudió comunicación en el Benavente y se volvió un maestro queridísimo de la propia carrera, seguido por muchísimas generaciones, siempre compartido y siempre con una sonrisa amable en donde te lo encontraras.  

Por ahí de 2016 (si no me equivoco) los Vecinos Distantes tuvieron un reencuentro por última ocasión que nos convocó a las viejas generaciones a disfrutar de sus canciones y de la voz y la buena vibra que siempre les caracterizó. Ahí fue la última vez que la mayoría vimos y oímos a Ale en lo que tanto le gustaba, rockanrolear.

Que vuelvan los tiempos de paz a Celaya en dónde podíamos ir a cualquier lugar, sabiendo que siempre estarán amigos o extraños, pero seguro de que podrás convivir sin temor; que vuelvan los tiempos de los eventos en vivo y de los conciertos y toquines al aire libre y que la gente de la región sepa que Celaya es un buen lugar, de gente amable y de buen vivir; que vuelvan las memorias y las nostalgias; que vuelva la paz y, por supuesto, que vuelva el Rock n roll como aquellos tiempos de los Vecinos Distantes liderados por el buen Alejandro Valdés…”


FECHA DE PUBLICACIÓN:02/04/2021

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