El síndrome del patrón

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Cajón de sastre.


El síndrome del patrón

Buen día amable lector. Espero que las cosas vayan bien en todas las esferas de su vida. En esta oportunidad me quiero referir a un tema de algo que es fruto de la observación de su servidor y que se me ha ocurrido denominar “El síndrome del patrón”.

Si es usted un asiduo lector de este espacio y me ha hecho favor de acompañarme a lo largo de los años, sabrá que me apasionan los perros y los caballos. A pesar de que, prima facie, parecieran dos universos completamente disímbolos, por momentos he llegado a encontrar paralelismos y hasta coincidencias entre ambos.

Uno de estos puntos de encuentro, es lo que he dado en llamar el “síndrome del patrón” y que no es otra cosa que encomendar a otros las tareas que debería realizar el amo o propietario de un animal; me explico:

Me atribuyo el ser una persona observadora. En ejercicio de esta característica o cualidad he podido notar, con más frecuencia de la que uno deseara, que una cantidad importante de personas encomiendan ciertas labores a sus empleados o a prestadores de servicio; esas labores corresponden en principio a los propietarios de los animales.

De ninguna manera es criticable, es su decisión y su dinero; sin embargo, tales decisiones tienen otro lado, el reverso de la moneda: el costo de tales decisiones.

Desde hace muchos años noté que los caballos tenían más apego con el caballerango o con el arrendador que con el propio dueño, con el patrón.

Más de algún propietario de caballos se sorprendía y/o se molestaba porque su caballo no lo seguía o no le hacía caso, en tanto que toda la atención la dirigía hacia el mozo de cuadra, hacía quien lo cuidaba y ahí radica el quid de la cuestión.

Más de un propietario se ha sentido ofendido y ha tachado a su animal de mal agradecido, de no profesarle fidelidad a quien soporta sus gastos de alimentación y atención.

Está claro que hay ciertas tareas que no son agradables, pero que indudablemente, son necesarias; tal sería el caso, en tratándose de caballos, de cambiar “la cama”, sacar el estiércol fresco diariamente, limpiar los cascos, bañar y cepillar al caballo. Existe una, por demás obvia, que es la de alimentar al caballo y proveerle de agua. La mayoría de estas actividades tienen en común el hecho de que “ensucian” a quien la realiza; el encargado de tales tareas se impregna de ciertos aromas, no siempre agradables y además suda en la realización de tales tareas, algunas de ellas francamente rudas.

Los caballos son celosos en el tema del espacio vital, solo permiten entrar a esa zona íntima a los seres en los que confían; una de las mayores muestras de confianza entre caballos es el acicalamiento mutuo. El cepillo y la almohaza cobran entonces una gran importancia.

La recompensa a la realización de tales tareas además de la paga para el mozo es, sin duda, la de crear y fortalecer un vínculo, el apego entre el caballo y el caballerango. A los ojos del caballo, el mozo de cuadra, el caballerango es quien le provee, administra y gestiona los recursos para su subsistencia; si bien no es quien los paga, para el animal es quien se los proporciona.

Estamos hablando de conceptos muy profundos, muy trascendentes amable lector ¿no me cree? ¿alguna vez leyó el “cuento” de Antoine de Saint-Exupéry “El principito”? ¿recuerda aquel diálogo entre el zorro y el principito”? si me lo permite voy a transcribir un fragmento que viene a colación:

“ Ven a jugar conmigo – le propuso el principito. – Estoy tan triste…

– No puedo jugar contigo – dijo el zorro. – No estoy domesticado.

– ¡Ah! perdón – dijo el principito.

Pero, después de reflexionar, agregó:

– ¿Qué significa «domesticar»?

– ¿No eres de aquí – dijo el zorro –, qué buscas ?

– Busco a los hombres – dijo el principito. – ¿Qué significa «domesticar» ?

– Los hombres – dijo el zorro – tienen fusiles y cazan. ¡Es bien molesto ! También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas ?

– No – dijo el principito. – Busco amigos. ¿Qué significa «domesticar» ?

– Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa «crear lazos…»

– ¿Crear lazos?

– Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo…”

De eso es de lo que estamos hablando estimado lector. Igual sucede con los perros; los propietarios, a menudo, encomiendan a terceros la realización de tareas tan importantes como el paseo, “sacar al baño”, la alimentación, el baño (propiamente dicho), el acicalamiento, etc.

Si vio usted la película Roma recordará que la relación y el vínculo que tenían Cleo ( la empleada doméstica) y “Borras” el perro de la familia, se generaba a partir de la administración y gestión de los recursos y la realización de aquellas tareas que como propietarios a veces no queremos realizar y pagamos porque alguien más las realice.

Como dice una estimada amiga mía la “Dogtora” Norma Maldonado: “quién ignora a que sabe el shampoo para perro es que nunca ha bañado a uno”.

Un consejo, si me lo permite: a veces aunque se cuente con los recursos y se disponga de personal, debemos hacernos cargo de ciertas tareas en pos de tener un mejor vínculo con nuestros animales. No pasa nada, no se nos caerán los títulos nobiliarios, ni los profesionales y además de mejorar el vínculo con nuestros animales, posiblemente nos ganemos el respeto de nuestros empleados.

Ya con esta me despido, amable lector y dispense lo mal trovado. Agradezco, en todo lo que vale, su tiempo y el favor de su lectura. Bendiciones y gracias.

Fecha de publicación: 20/04/2021

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