Elegir es elegirse

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Cajón de sastre.


Elegir es elegirse

Se atribuye al filósofo Sören Kierkegaard la autoría de ese pedazo de frase que da título a la presente colaboración: “Elegir es elegirse”. Surgen dos preguntas obligadas: ¿qué es elegir? y ¿cómo elige usted amable lector un perro?

La primera pregunta no tiene mayor complicación, elegir es seleccionar; es escoger entre un conjunto por algún motivo o de acuerdo a algún criterio.

La segunda cuestión si es más complicada ¿cómo elige un perro y por qué razones? Habrá quien diga que en su caso no escogió a su perro sino que su perro lo escogió a él o a ella o que como el “Solovino”, así de manera fortuita llegó de la nada, de la calle, de la cuadra y entró a su vida.

Cuando veo a las personas pasear con sus perros, debo confesar que invariablemente me pregunto ¿por qué habrá escogido esa persona a ese perro? La cuestión no me quita el sueño, para ser sincero, pero es inevitable que mientras conduzco, mientras espero en la pausa obligada de un alto o en cualquier oportunidad me haga la misma pregunta una y otra vez.

La situación tiene sus implicaciones ahora que está de moda “adoptar” ya que abundan los propietarios de perros mestizos, de “raza única” les llaman eufemísticamente ahora y yo sigo preguntándome ¿por qué habrá escogido ese perro?

Hay quienes llevan a cabo su elección a partir de criterios tan simplistas como: “lo escogí porque tenía una mirada tierna” o lo escogí “porque era el que nadie quería” o “porque era el más chiquito de la camada” o “porque era el último que quedaba” o “porque era el más tímido y miedoso y los demás perritos lo maltrataban”.

Me sigo preguntando ¿cómo y por qué eligen las personas a sus perros de esta manera?

Mis piensos me llevaron a un recuerdo lejano, a una lectura que hice cuando era niño; mi madre tenía una interesante biblioteca en la que se encontraba uno sorpresas.

Siendo niño encontré un libro que se llamaba “Un maya descubre España en 1530” de un señor llamado Erasmo de Ancira y lo leí, no recuerdo sí por elección o por salir del paso, ya que era común que mi madre me dijera “hace mucho que no te veo leer un libro”; en fin…

Como haya sido la cosa es que lo leí y recuerdo que la trama consistía en la visión de un vencido, se trataba de la narración de como veía un natural maya el mundo de los conquistadores, ya que lo habían embarcado para mostrarlo en el viejo continente.

Resulta que el protagonista, de cuyo nombre no es que no quiera sino que no puedo acordarme, ya que cito de memoria, no entendía como era posible que los conquistadores adoraran a un Dios vencido. Ya sabemos todos como se las gastaban los mayas con sus descubrimientos y sus cuestionamientos; en efecto, aquel maya no entendía el por qué los conquistadores adoraban a un Dios crucificado, martirizado, vencido, derrotado, cuando ellos y todos los pueblos del mosaico mesoamericano adoraban dioses en plenitud, vigorosos, poderosos… ahí se las dejo de tarea.

Yo parafraseando al maya de la novela me pregunto ¿por qué las personas adoran a los perros inválidos, mutilados, etc.?

Se que el gusto se rompe en géneros y que la estética es veleidosa, relativa y pasajera, pero me pregunto ¿por qué escogen perros tan feos? Mientras que en los perros de raza se celebran certámenes de belleza para ver cuál es el ejemplar más hermoso, en las “adopciones” parecería que se trata de un concurso para ver quien tiene el perro más horrible.

Dejemos a un lado la cuestión estética, la carrocería, el fenotipo, vayamos ahora a lo de adentro, al genotipo, a la herencia… y nuevamente me cuestiono ¿por qué y cómo escogen las personas a sus perros?

Cuando uno opta por un perro de raza se tiene hasta cierto grado la certeza de que puede uno esperar y aún así ya se sabe que hay sorpresas; la crianza tiene sus bemoles por aquello de los genes recesivos y las leyes que gobiernan a la genética.

A veces me da la impresión de que a las personas que adoptan les gustan las emociones fuertes, los volados, a ver que sale…

No se me malinterprete, no estoy en contra del rescate y de que se les brinde a los perros una segunda, tercera o cuarta oportunidad. Conozco a muchas personas que lo hacen y me parece respetable; yo mismo he recibido perros en donación cuando he creído que el perro merecía una oportunidad y que yo se la podía brindar.

Lo que cuestiono es la elección a ciegas, desinformada e ignorante. Elegir es elegirse; la naturaleza sabía es selectiva e implacable, ¿por qué nos empeñamos en desafiarla?

Amable lector lo invito a que piense y repiense antes de elegir un perro, de lo contrario usted, su familia y sus vecinos pueden pagar las consecuencias de una moda y de un capricho.

No me resta sino desearle toda clase de parabienes y sobre todo salud en el año que inicia y, como siempre, agradecerle su tiempo y el favor de su lectura.



//Fecha de publicación: 05/01/2021

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