Tenencia responsable (3ª parte)

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Cajón de sastre



Tenencia responsable (3ª parte) 


Estimado lector, permítame hacerle una pregunta, bueno varias: ¿tiene usted perro(a)? ¿cómo lo adquirió? ¿por qué lo escogió? ¿qué criterios siguió para la elección? Y usted se preguntará, amable lector, que por qué razón amanecí tan preguntón ¿verdad?

Sucede que es para mi un enigma cómo eligen las personas a sus perros. Viene a mi mente aquella frase de mi Maestro Soren Kierkegaard “Elegir es elegirse…” vaya pedazo de frase.

En el mundo existen algo así como unas 350 razas de perros, reconocidas, por las organizaciones cinológicas; se afirma que, la canina, es la especie más manipulada por el hombre, bueno y también por las mujeres: hay perros grandes, chicos, flacos, gordos, peludos, pelones, hocicones, chatos, orejones, rabudos, rabones, fieros, bonachones, “chinos”, lacios, ladradores, no tanto y de uno y mil colores.

Escoger un perro de raza puede ser la cosa más complicada de este mundo o la más sencilla. Depende de que se pretende y que tanta claridad tiene uno en este aspecto.

Afirman los que saben que existe una cosa que se llama fin o propósito zootécnico; dícese del aprovechamiento, del beneficio que aporta tal especie animal al humano. Digamos que ahí reside el quid de la cuestión. ¿Para qué sirve tal o cual perro?

Tal pregunta conlleva aparejadas otras no menos importantes: ¿esa raza de perro es para mí? ¿esa raza de perro se adapta a mi estilo de vida? ¿qué requerimientos precisa esa raza?

Todas esas preguntas se agolpan en mi cabeza cuando veo las parejas disparejas humano-perro.

En mi muy particular opinión creo que, en un altísimo porcentaje, las personas seleccionan a sus perros por su carrocería, por su físico, por su estética y en los últimos tiempos (con un criterio muy hípster) escogen al más feo.

Seguramente, amable lector, usted sabe bien que existe una cosa que se llama fenotipo y otra que se llama genotipo; cosas de la biología…

Se atribuye al egregio Mendel la apreciación de la distinción entre uno y otro, aunque Johannsen también hizo su parte años después, respecto de estos conceptos estructurales.

Para decirlo, de una mala manera, pero en términos lisos y llanos, fenotipo es la apariencia, en tanto que genotipo es la herencia.

Si nos detenemos a pensarlo un poco, la mayoría elige una raza de perro o a un individuo en particular, casi exclusivamente por su fenotipo (apariencia); en tal elección pesan más la estética y la nostalgia que otros criterios más objetivos.

Debemos ser responsables y entender las implicaciones que tendrá para nosotros y para el animal el hecho de coincidir en el aquí y el ahora. Si atendiéramos y nos atuviéramos al propósito zootécnico de las razas en la elección, otro gallo nos cantaría.

Si en nuestra elección prestáramos atención a la selección, entenderíamos que en el pecado está la penitencia. Si una persona sedentaria elige una raza vigorosa y activa, podemos pronosticar sin mucho esfuerzo lo que sucederá.

Igual sucede con los ingenuos padres que adquieren un ejemplar de razas de trabajo para que sea la mascota de la familia y canse a los niños, menuda sorpresa se llevarán al descubrir que los únicos cansados serán ellos y caro pagaran haber escogido un perro que se parece al conejito de las baterías, de esos que duran y duran…

Yo me pregunto que hace tanto perro de raza nórdica – ¡ ah cómo les encantan ¡ – en lugares desérticos y semi desérticos, esos perros la única nieve que verán en su vida será una doble de limón, en barquillo, de “La Michoacana”.

Luego la gente no entiende por qué su perro de raza nórdica lo arrastra por las calles. Recordemos la sentencia latina: «Natura non nisi parendo vincitur.» A la naturaleza se le domina obedeciéndola. Si tienes un perro de tiro, practica mushing y todos felices y contentos.

Un perro de caza, no es un perro de casa. ¿Qué hace un perro de cacería, con sus grandes orejas y su sublime olfato encerrado en un cuarto de lavado, encerrado entre cuatro paredes, entre pisos relucientes y detergentes con olor a limón y  violetas salvajes?

Como Sherezada, podría contar una y mil historias de este tipo… y más que usted, gentil lector, debe conocer de su historia personal, da familiares, conocidos y vecinos; hasta ahora he hablado solamente de perros de raza. No se necesita ser genio para darse cuenta que todas estas problemáticas se multiplican de manera exponencial con los perros “adoptados”, con los “perros cocktail”, piense que tienen en común los perros mestizos y el mole (se la dejo de tarea, vamos a ver que tanto barrio corre por su venas amable lector) las combinaciones de razas en perros mestizos pueden ser explosivas.

Se me acaba el espacio, estimado lector; para vincular estas líneas con el tema de esta columna, creo que todo aquel que pretenda adquirir un perro, por cualquier medio, tiene el deber mínimo de investigar el origen de la raza, características, requerimientos. De esto y muchas cosas más se trata la tenencia responsable.

Agradezco, una y mil veces, el favor de su atención y su lectura. Recuerde: Elegir es elegirse.

 

 

 Fecha de publicación: 13/10/2020

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