Cucursola, entre verdes y azules

candil vero

Candil de la Calle.


 

                       Cucursola, entre verdes y azules          

 

            Dice el actual diputado local del Partido Verde Ecologista de México, Israel Cabrera Barrón, que por su calidad de académico de la Universidad de Guanajuato va muy seguido a la Sierra de Santa Rosa.

No descifro qué tiene que ver una cosa con la otra. Pero definitivamente, no va tan seguido como debería, o se habría dado cuenta, eso sí en el ámbito de su competencia como legislador del partido que se identifica como defensor de la ecología y el medio ambiente, de cómo cambió el paisaje gracias a la especulación inmobiliaria que allá arriba se puso a explotar el diputado federal irapuatense Fernando Ascencio Barba, del Partido Acción Nacional.

Por lo menos desde mayo del 2015, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales -Semarnat- conoció a través de la delegación estatal la intención de Fernando Ascencio, quien entonces sólo era un empresario, de construir un fraccionamiento turístico con hotel en la Sierra de Santa Rosa, en la capital del estado, un área de preservación ecológica y con vocación forestal.

En ese entonces, el primero o uno de los primeros funcionarios que conocieron de este propósito (es decir, que tuvo la primera alerta tratándose de la zona y sus características) fue precisamente Israel Cabrera Barrón, que entonces era el delegado de la Secretaría del Medio Ambiente.

Gracias a las alianzas electorales entre el PRI con Enrique Peña Nieto y el Partido Verde, Israel Cabrera pudo ser titular de esa delegación entre 2013 y 2018.

Allí supo, por una consulta que por escrito le hizo el empresario, que éste andaba ya dando pasos firmes con su ojo inmobiliario puesto en Santa Rosa -la del camino a Dolores Hidalgo-.

            Casi cinco años después, el daño está hecho. Israel Cabrera sigue en la nómina pública, ahora como diputado del Congreso del estado, y Fernando Ascencio Barba sigue siendo panista y, para colmo, diputado federal.

            Es muy probable que por esas complicidades que luego se dan entre políticos -los colores son lo de menos- Fernando Ascencio haya podido avanzar sin ninguna complicación con la construcción de lo que quizás pudo haber sido un hotelito pintoresco, amable con el entorno, mesurado en sus dimensiones y que quizás le estaría ya redituando un buen negocio con turistas europeos y mexicanos amantes de visitar zonas como la Sierra de Santa Rosa y la capital que la acompaña.

            Pero el interés tiene pies y uñas. Y si había todas las facilidades desde el gobierno municipal de la capital, primero con el priista Edgar Castro y luego con el panista Alejandro Navarro -su correligionario-, y si además el entonces delegado Cabrera jamás dijo “esta boca es mía”, ¿pues qué más daba extender unos cientos de metros más de construcción y hacer un fraccionamientito? Faltaba más.

            En estricto sentido, políticos de por lo menos tres partidos tuvieron algún conocimiento e injerencia en el asunto: el panista, el priista (tricolor) y el verde (ecologista).

            Pero casi cinco años después, el mismo Israel Cabrera Barrón, ya investido como diputado, había notar a las y los reporteros en una rueda de prensa el gran desconocimiento que hay sobre la normatividad y los procedimientos y trámites en materia ambiental. Y que a él, los dirigentes de su partido siempre le piden explicar las cosas sin los tecnicismos que su conocimiento y capacidad le dan, para hablar en términos que todo el mundo entienda.

            Y ya luego nos explicó que el daño por el fraccionamiento Cucursola ya está, ya quedó entre la vida silvestre de la zona y que lo que tendría que hacerse es tirar muros y bardas levantados en el sitio que, por principio de cuentas, impiden el libre tránsito de las especies que habitan allá arriba, a las que todas y todos estamos obligados a proteger.

            Es verdad, el desconocimiento es mucho. No sabemos, por ejemplo,  por qué si supo la intención como delegado, Cabrera no vigiló, supervisó, avisó a las instancias pertinentes, solicitó una inspección, revisó qué estaba pasando en el gobierno municipal con los permisos a los que ahora se aferra el fraccionador panista…

            Sabemos lo que ahora, después de que esto se exhibió periodísticamente, pavimentada la zona y de una clausura por Semarnat -porque al fraccionador le faltan trámites indispensables- tendría qué pasar: el freno, la sanción, modificaciones, quizás la demolición, la remediación de daños…

            Quizás para ese seguimiento, el diputado guanajuatense Israel Cabrera tenga que ir más seguido a la Sierra de Santa Rosa. // 


21/02/2020

           

 

 

 

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