Las niñas, niños y adolescente deberían encontrar en las escuelas el espacio en el que, a través de la interacción con el conocimiento y las personas, construyen las bases sobre las que habrán de edificar su futuro. La educación básica no se trata solo de habilidades duras, como las matemáticas, la lectura y el conocimiento de un segundo idioma, se trata también del desarrollo de competencias que generen las habilidades para que las y los estudiantes logren entender el entorno y se logren entender a sí mismos para que alcancen el desarrollo integral, comprometiéndose con su bienestar y el de los demás.
La realidad en México dista mucho de ello; en el país seguimos combatiendo las causas estructurales del rezago educativo sin alcanzar logros significativos. De acuerdo a las últimas mediciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), publicadas en agosto del 2021, en el país el 19.2 por ciento de las personas se encuentra en situación de rezago educativo, lo que equivale a 24.4 millones de mexicanas y mexicanos.
Particularmente, por efecto de la suspensión de clases presenciales, en México se produjo un retroceso en los aprendizajes significativos equivalentes a los aprendizajes logrados en dos años; el daño generacional podría ser irreversible de no diseñar y ejecutar estrategias emergentes capaces de revertir el rezago. Ante ello, el modelo educativo de ‘Escuelas de tiempo completo’ (ETC), creado en el ciclo escolar 2007-2008, prendía una luz de esperanza al final del oscuro túnel. En el 2021 el programa ya beneficiaba a 3.6 millones de niñas y niños en 25 mil escuelas en todo el país.
Según lo diseñado en las orientaciones pedagógicas para las ETC, este modelo educativo tenía el objetivo de ampliar las oportunidades de aprendizaje y fortalecer el desarrollo de competencias de las y los alumnos de acuerdo a los propósitos de la educación básica, aprovechando jornadas escolares con horarios extendidos. Una premisa básica de las ETC fue garantizar el derecho a una educación de calidad con equidad para las niñas y los niños, particularmente para aquéllos que viven en condiciones de mayor vulnerabilidad, que no consiguen progresar según el ritmo esperado debido a su desventaja de origen. El 51 por ciento de las niñas y niños beneficiados con el modelo viven en zonas de alta y muy alta marginación.
Al extender el horario escolar entre 1.5 y 3.5 horas, las y los docentes consolidaban aprendizajes de lectura, escritura y expresión oral; el análisis, la curiosidad intelectual y el sentido crítico para fortalecer el razonamiento científico y el pensamiento matemático; promovían las tecnologías de la información y la comunicación como herramientas para el estudio y el aprendizaje; tenían la oportunidad de enseñar una segunda; ofrecían diversos acercamientos al arte y la cultura para desarrollar la sensibilidad y los sentidos; orientaban para fomentar una vida saludable a través de actividades que promovían la formación de hábitos de nutrición e higiene y de ofrecer alimentos nutritivos en la escuela.
El pasado 28 de febrero, la Secretaría de Educación Pública dio a conocer la desaparición definitiva de las ETC; con ello, se arrebata de tajo al sistema educativo nacional un modelo innovador, con enfoque de equidad social y que, a pesar de ser perfectible, generaba resultados positivos para las y los estudiantes, los padres de familia y las y los docentes de educación básica.
De acuerdo al Banco Mundial, las y los estudiantes de las ETC lograron reducir la cantidad de alumnas y alumnos que se ubican en los niveles más bajos de aprendizaje. Por ejemplo, en zonas de alta marginación social, el modelo generó una reducción de 4.13 puntos en el porcentaje de alumnos que se ubicaba en el nivel más bajo de aprendizajes de matemáticas y la reducción de 3.34 puntos en el porcentaje de alumnos que se ubicaba en el nivel más bajo de aprendizajes de lenguaje. Además, el estudio señala que, gracias al modelo de ETC, la brecha en los aprendizajes generada por efecto de la marginación social se redujo en 5 por ciento. En el 2018 se estimó que, de logar ampliar el modelo de la ETC a las 120 mil escuelas ubicadas en zonas de alta y muy alta marginación, la brecha en los aprendizajes obtenidos entre ‘ricos y pobres’ se podría haber reducido hasta en un 20 por ciento.
Por otro lado, el programa de ETC logró efectos positivos en la nutrición de las y los niños participantes. La evaluación del servicio de alimentación en escuelas de la UNICEF, en el 2018, señala que el 65.8 por ciento de las y los estudiantes recibieron el primer alimento del día en su escuela. Al desaparecer las ETC, se atenta frontalmente contra la nutrición de la población infantil más vulnerable. De acuerdo al CONEVAL, el 27 por ciento de las niñas y niños en edad de cursar educación básica en México sufre carencias por la falta de acceso a alimentación nutritiva y de calidad, aproximadamente 5.7 millones de niñas y niños; de ellos, el 63 por ciento ya era atendido en las ETC.
Los efectos positivos de la alimentación ofrecida en las ETC se habrían profundizado, sin duda alguna, en momentos en los que, como ahora, el precio de la canasta alimentaria se ha incrementado en 11.9 por ciento en la zona urbana y 12.8 por ciento en la zona rural. El incremento en el valor de los alimentos básicos y la desaparición de los platos ofrecidos a niñas y niños en las ETC aumentará la pobreza alimentaria, el rendimiento escolar y el nivel de vida de las y los estudiantes en condiciones de vulnerabilidad.
Además, el efecto que las ETC tuvieron en el desempeño e ingreso laboral de las madres trabajadoras fue muy positivo. En el estudio ‘The effect of children´s time in school on mother´s labor supply’ se afirma que el programa logró aumentar la participación laboral de madres de familia en 5 por ciento, el número de horas trabajadas por ellas en casi 2 horas semanales y sus ingresos medios en 38 por ciento.
De esta forma, una vez más, queda bajo el escrutinio social la forma en la que se está priorizando el gasto público en México. Mientras que se le apuesta a proyectos de infraestructura que han sembrado grandes dudas, como el Tren Maya, o la refinería de Dos Bocas, se recorta el presupuesto al programa de ‘Escuelas de tiempo completo’ que con eficiencia atiende los derechos fundamentales de niñas y niños en situación de alta vulnerabilidad. La pregunta es obligada, ¿primero los pobres?
La virtud del justo medio
En Guanajuato hay 685 escuelas que se beneficiaban del modelo de ‘Escuela de tiempo completo’, en las que 65 mil niñas y niños recibían los beneficios del programa. Se ha dicho que con 400 millones de pesos el estado podría salvar el modelo y evitar los efectos adversos de la aberrante decisión del gobierno federal. De ser así, el proyecto es viable y debería de ser prioritario; finalmente, 400 millones “no es tanto”, considerando que, por ejemplo, el presupuesto del poder legislativo para el 2022 es de 662.9 millones de pesos. ¿En dónde preferiría Usted invertir los recursos públicos?