El justo medio. El pacto patriarcal en el mercado laboral.

LABORAL MUJERES HOMBRES

En México el mercado laboral no ha roto el pacto. Los acuerdos tácitos y la convención social continúan validando que, por un lado, el desempleo acose más a las mujeres que a los hombres sin causas diferentes a las que se originan en razón del género; mientras Usted lee esta columna, una de cada tres mexicanas que potencialmente podría trabajar no encuentra un empleo. Por otro lado, la calidad de los trabajos violenta la dignidad humana de las trabajadoras y la falta de equidad salarial abre una brecha que hace que, hoy en día, las mexicanas ganen 12.95 por ciento menos que los hombres, solo por ser mujeres.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, de agosto a septiembre del 2021, se observó una reducción de 544 mil 300 personas ocupadas en el mercado laboral a nivel nacional. De ellas, el 69.9 por ciento fueron mujeres con lo que la tasa de desempleo femenina resulta casi 6 por ciento superior a la tasa de desempleo para los hombres.

Con relación a los niveles previos a la Pandemia, tomando como referencia las estadísticas del mercado laboral de marzo del 2020, el número de mujeres ocupadas se ha reducido en 785 mil 947, lo que representa que, hasta septiembre del 2021, aún existe una contracción de plazas laborales para ellas del 3.5 por ciento como efecto de la crisis sanitaria. La historia para el caso de los hombres es diferente; el mercado laboral ya se ha recuperado, incluso el número de hombres ocupados en septiembre del 2021 ya es superior a su nivel previo a la Pandemia en casi 147 mil plazas de trabajo.

La brecha de género es evidente, aún grande y sigue siendo una vergüenza para la sociedad mexicana. La vemos en diversos aspectos de la vida, pero sin duda la brecha en el mercado laboral tiene efectos en la vida de las mujeres de enorme incidencia. Los efectos en el empoderamiento, la  independencia económica y emocional, así como el combate a las causas estructurales de la pobreza se explican en gran medida desde la capacidad que tengan las mujeres para encontrar espacios en el mercado laboral que les permita generar ingresos y desarrollo integral como personas. Evidentemente el mercado laboral en México está muy lejos de ello.

La ausencia de equidad en el mercado laboral es estructural y se ha normalizado. Históricamente, el porcentaje de mujeres empleadoras, es decir aquellas mujeres que crean empleos, es 58 por ciento menor que el porcentaje de hombres empleadores. El atentado no es físico, pero esta también es una forma de forzamiento, ¿en qué clase de sociedad, si se nace mujer, se nace para ser empleada y no empleadora?

Hoy en día, el 36 por ciento de las mujeres trabajadoras tiene jornadas laborales incompletas de menos de 35 horas a la semana, lo cual significa que el subempleo femenino es 75 por ciento mayor que el masculino. Además, la tasa de informalidad laboral en las mujeres es 10 por ciento mayor que en el caso de los hombres.

El monitor Mujer en la Economía del  IMCO afirma que, en México, solo el 9 por ciento de los puestos en los Consejos de Administración de las empresas es ocupado por mujeres; es el porcentaje más bajo entre las principales economías latinoamericanas. De 155 empresas estudiadas, que cotizan en el mercado bursátil de México, solo 2 tienen a una mujer como directora general; de 677 direcciones de área, solo 100 son ocupadas por mujeres. Únicamente 23 empresas listadas en la Bolsa cuentan con protocolos contra la violencia  y el acoso a la mujer en el trabajo.

En estas grandes empresas bursátiles, con prácticas laborales “ejemplares” supervisadas por Gobiernos Corporativos, solo uno de cada tres puestos de trabajo que se ofertan, independientemente del nivel de la plaza, es ocupado por una mujer.

Pero el pacto patriarcal no solo se ve reflejado en la calidad de los empleos a los que acceden las mujeres, sino también en las diferencias salariales. Más de 6.5 millones de mexicanas, el 30.55 por ciento de las trabajadoras, recibe como remuneración máxima el equivalente a un salario mínimo; en el caso de los hombres, es solo el 19.8 por ciento. Por otro lado, el 5.5 por ciento de las mujeres ocupadas trabaja sin recibir remuneraciones, más de un millón 180 mil trabajadoras mexicanas. Al cierre del primer trimestre del 2021, 9.2 millones de trabajadoras en México, el 41.3 por ciento de las mujeres que laboran, no pueden adquirir ni siquiera una canasta alimentaria al mes con el ingreso que perciben.

Merece la pena reflexionar las características particulares que abren la brecha abismal en el mercado laboral. No es un tema de preparación académica, pues las mujeres en México estudian en promedio 8 por ciento más que los hombres, midiendo los años promedio de estudio.

Lo anterior orienta el análisis a los orígenes socioculturales de la inequidad y los mecanismos con los que se arraiga en el mercado de trabajo. Las reformas y avances en materia de equidad de género han sido insuficientes pues no han apuntado a las causas; nos enfrentamos a la difícil y larga tarea de modificar los estereotipos de la masculinidad, la conducta y los hábitos del colectivo social, todo ello arraigado hasta en las pólizas de cheques de las nóminas de las empresas.

Mientras tanto, el pacto no se rompe y cumple con su cometido; mantiene sometidas en la pobreza a 29.1 millones de mexicanas, 5.5 millones de ellas en pobreza extrema.

La virtud del justo medio

30 de cada cien hogares en México, equivalente a 11.9 millones de familias, tienen a una mujer como cabeza. Ello implica que más de 42.8 millones de personas en este país enfrentan la vida guiados, mantenidos y cuidados por una mujer.

Mauricio Hernández Mendoza

Experto en procesos de planeación estratégica y administración financiera. Docente e investigador en diversas universidades públicas y particulares de México y España.

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