Llanto, muerte y dolor; a 16 años de la tragedia

A 16 años de la tragedia registrada en la que tres explosiones cobraron la vida de decenas de personas, por el almacenamiento ilegal de pirotecnia, testigos del llanto, muerte y de un Antonio Plaza inundado de dolor y cuerpos regados relataron a Ágora la experiencia que los marcó de por vida.

LA HISTORIA

Éste sábado 26 de Septiembre, se cumplen 16 años del «domingo negro» que paralizó al municipio y que hasta el día de hoy sigue doliendo a los Celayenses, pues en un lapso de pocas horas, lo que parecía ser un día normal, terminó convirtiéndose en la tragedia más grande que ha vivido Celaya.

Cabe señalar que éste acontecimiento ha sido señalado como un acto de impunidad e imprudencia por parte del gobierno estatal y municipal, quienes hicieron caso omiso a las advertencias que desde el 21 de diciembre de 1997, realizó el comandante de Bomberos, Juan Bárcenas, quien expuso el peligro que representaba la venta de pirotecnia, pidiendo que se decomisaran las mercancías, tanto de los talleres como de las tiendas abarroteras, indicando a las autoridades de fiscalización que debían atender el problema, donde ya se había denunciado la venta ilegal de explosivos en negocios de la calle Antonio Plaza.

Ese domingo, como ya es costumbre, varias personas de Celaya y la región, asistieron a la zona dónde se ubica la central de abastos para realizar sus compras, sin esperar que alrededor de las 10 de la mañana, en la calle Antonio Plaza, esquina con Felipe Ángeles, se produciría una explosión que azotó varios establecimientos aledaños a la zona.

Cientos de llamadas entraron a la estación de bomberos y a la Cruz Roja pidiendo auxilio, dónde se indicó que en un comercio llamado Abarrotera Celaya, lugar dónde presuntamente se almacenaban cuatro toneladas de pólvora, se había registrado una explosión, mencionando que había varias personas heridas que presentaban quemaduras graves.

Minutos después, hicieron su arribo el cuerpo de bomberos y la primera ambulancia de la Cruz Roja quienes comenzaron a verificar la magnitud del desastre.

Mientras los cuerpos de rescate realizaban su labor, se registró la segunda explosión, la cual tuvo mayor magnitud y en consecuencia cobró mayor número de vidas humanas y una gran cantidad de heridos con quemaduras graves en todo el cuerpo, entre los afectados, se encontraban los elementos de rescate que brindaban ayuda quienes ya se encontraban heridos.

Pasadas las 11 de la mañana, se presentó la tercera explosión con menor intensidad, lo que permitió a los propios policías municipales recoger y auxiliar a las personas que se encontraban heridas en el lugar, mientras cuerpos de emergencias de otros municipios como San Miguel de Allende y Salamanca llegaban para apoyar.

Cerca del medio día, comenzó el desalojo de familias enteras que vivían en un rango de cien metros a la redonda, con el fin de evitar la pérdida de más vidas, por lo que fueron enviadas a los diferentes albergues ubicados en Seminario de Valle de Real, Seminario de Valle Hermoso, Auditorio Francisco Eduardo Tres Guerras, Colegio Marista y Colegio Celayense.

En tanto a los cuerpos de quienes perdieron la vida ese día, fueron colocados en el Gimnasio de Unidad Deportiva Miguel alemán Valdés, para que fueran identificados por sus familiares.

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