I see dead people (veo gente muerta). ¿Quién no reconoce esta frase icónica? El sexto sentido (M. Night Shyamalan. 1999) es una de las películas más impactantes de finales de los noventa. El joven director nos asombró con el twist (giro) de la historia. Después del éxito obtenido en esta película multinominada a diversos premios, más de un director ha intentado esta herramienta en la búsqueda de inmortalizar su trabajo. Pero ¿es un giro en la historia, realmente necesario?
Algunas producciones lo contienen de una forma tan orgánica, que te sorprenden de manera natural. Casos como La llegada (Denis Villeneuve. 2016) en que la invasión extraterrestre no es tal. O Seven (David Fincher.1995) cuando el criminal obsesionado por los siete pecados capitales, convierte al detective a cargo del caso y a el mismo, en el final de su plan macabro. El giro inesperado, muy al estilo de la estupenda escritora Agatha Christie, de Knives out (Rian Johnson.2019) en que el homicidio, resulto ser un suicidio, son unos de los ejemplos en que los giros de tuerca suelen ser efectivos y bien recibidos.
En el caso contrario, Now you see me 2 (John M. Chu.2016), en el que resulta que Morgan Freeman , era parte de todo desde el principio… lo que hace que la trama de la uno, pierda sentido. Mencionaría Amanecer, parte 2 (Bill Condon. 2012) de la saga de Crepúsculo… pero esa película ya es mala por sí misma. Y cómo olvidar The forgottten (Joseph Ruben.2004) película que te mantiene en la fila del asiento. Una madre (Julianne Moore) recuerda un hijo que psicoterapeuta le insiste solo es producto de su imaginación. Nadie lo recuerda. Como espectador especulas: quizá un secuestro, una psicosis y entonces ¡boom! Experimento extraterrestre. Aun me pregunto, ¿en qué diablos estaba pensando el director?
Irreversible (Gaspar Noe.2002) por ejemplo, no requiere de un giro. Con las excelentes actuaciones de Vincent Cassel y Mónica Bellucci, Drácula de Bram stocker (Francis Ford Coppola 1992). Forrest Gump (Steven Spielberg.1994) o Platoon (Oliver Stone.1986) Son películas que no son lineales, pero que ofrecen al espectador, grandes momentos o escalofríos, sin necesidad de llevar al cinéfilo a un laberinto de tramas secundarias, o giros innecesarios.
La riqueza de la narrativa y un buen argumento. Buenas actuaciones y una dirección de arte sin pantalla verde, no se necesita más. El cine no sólo es una herramienta de entretenimiento. Es una expresión artística, que necesita más que efectos y trucos para engañar al público. Los giros no son necesarios cuando tienes una buena historia, y una buena historia bien presentada, no requiere de nada más.