TRINCHERA CIUDADANA.
AFGANISTÁN 20 AÑOS DESPUÉS
El martes 11 de septiembre del 2001 llegué como todos los días a mi salón de primero de preparatoria al inolvidable colegio Benavente. Extrañamente faltaba una butaca, ya todos mis compañeros estaban sentados y el profesor me pidió ir a pedir alguna. En realidad, iban a ser 2 porque en ese momento se incorporaba al grupo, recién desempacado de Guadalajara, Fernando López Suarez. Tímido y de pocas palabras, su comportamiento acusaba el síntoma del desconocimiento, del sentirse ajeno, del fuereño que llega a tierras desconocidas sin conocer a nadie. Ahí nos hicimos amigos mientras juntos pedíamos unas butacas que tardarían en aparecer. Recorrimos mientras tanto el patio y escuchamos murmullos e inquietud. Algo grave estaba sucediendo en Nueva York. Nos dirigimos entonces a la cabina del profesor Benito Martínez Yerena que impactado escuchaba la radio. Unos aviones se habían impactado contra cada una de las Torres Gemelas. Había gente atrapada, el edificio ardía. Se afirmaba que se trataba de un atentado terrorista. Poco después se habilitó una televisión en la cafetería. Decenas de alumnos veíamos impactados el derrumbe de ambos edificios mientras una densa nube de polvo oscurecía todo a su paso. Otro avión habría de impactarse contra el edificio del Pentágono en Washington y otro más cuyo objetivo era El Capitolio caería en Pensilvania luego de una lucha entre pasajeros y secuestradores.
Tenía apenas 15 años y no dimensionaba la relevancia de lo ocurrido. El mundo iba a cambiar dramáticamente desde aquella trágica fecha. Nos enterábamos apenas de la organización terrorista Al-Qaeda, protegida por el gobierno talibán de Afganistán y responsable de otros ataques previos en las embajadas norteamericanas de Kenia y Tanzania. Al-Qaeda era liderada por Osama Bin Laden, un multimillonario extremista saudí que habría planeado el atentado desde Afganistán.
Los Estados Unidos habían sido heridos en su orgullo y de una manera brutal. El presidente Bush debía responder pronto y decidió intervenir en Afganistán para aniquilar al gobierno talibán. La ofensiva comenzó y a 20 años y varios miles de millones de dólares después, el gobierno de Biden decidió retirar a sus tropas. La disque resistencia del ejército local cayó en pocas semanas y los talibanes están de regreso, al parecer respaldados por Rusia y China.
Lo que ocurre es una tragedia. Los talibanes, ese grupo extremista, asesino, radical, que aplica la sharia (ley islámica) a raja tabla y viola cualquier cantidad de Derechos Humanos que usted pueda imaginarse, donde las mujeres no tienen derecho a salir solas, ni a estudiar, ni a vestir con libertad, se han apoderado del gobierno nuevamente.
Dice el internacionalista Mauricio Meschoulam que los talibanes utilizaron la llamada guerra de guerrillas desde su caída. Había en promedio 3 atentados terroristas por semana. Nunca se fueron, sólo se replegaron.
El acontecimiento a ojos de los expertos, es un verdadero desastre para los EEUU equivalente a lo ocurrido en Vietnam. Se van derrotados y sin aniquilar al enemigo. Los talibanes vuelven a empoderarse y quizá desde allá fragüen otro atentado a gran escala. “No olvidemos” dice Meschoulam que ISIS (El Estado Islámico) tiene sus orígenes en Al-Qaeda y no sería raro que encuentre refugio en ese país.
La tragedia que viven los afganos es indescriptible. Una vez más han quedado en medio de una guerra sin fin y otra vez a expensas de un régimen radical y asesino.
27/08/2021