Plegarias a Dios ante la incapacidad de lo terrenal

banner articulo 13

Todavía hace unos pocos años, (2018) las personas no sabían que había “buscadoras”, los colectivos no estaban integrados como tal y los medios no publicaban a los desaparecidos como una realidad en Guanajuato.

Hoy el problema ya está más visibilizado gracias a la valentía de quienes se organizan, impulsan búsquedas, difunden desapariciones y exigen justicia.

En el 2021, me invitaron a participar -junto con otras 3 compañeras periodistas Alfonsina Ávila, Melisa Esquivias y Verónica Espinosa- en un reportaje para documentar el tema de los desaparecidos en Guanajuato, rastrear los antecedentes y contrastarlo con la base de datos del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (Cenapi).

El trabajo del capítulo Guanajuato, “Aquí, decían, no hay desaparecidos, fue parte del reportaje nacional “Fragmentos de la desaparición”, a cargo de Quinto Elemento Lab y de A dónde van los desaparecidos.

Hubo solicitudes de acceso a la información, análisis de datos, investigación de campo, entrevistas con buscadoras, con especialistas, exfuncionarios y funcionarios, para lograr reflejar la forma en que fue creciendo el tema de los desparecidos que en un principio nadie reconocía.

El documento completo, quedó entre los finalistas al Premio Gabo en la entrega de este año y hace unas semanas ganó el Premio Nacional de Periodismo 2022 en la categoría de multiformato.

Además de permitirme ser parte de este logro del periodismo colaborativo, esta investigación me dejó una de las experiencias más tristes de mi tiempo como reportera.

Escuchar a una madre narrar la forma en que encontró el cuerpo desmembrado de su hijo de 17 años  junto con el de otros desaparecidos me arrancó lágrimas y  me estrujó el corazón.

Quiero compartir, un fragmento de uno de los textos originales que escribí para el reportaje del capítulo Guanajuato, el cual, por cuestión de integración y espacio, fue editado.

Corresponde a Acámbaro, esa zona -como muchas otras-, sacudida por el crimen y en donde la gente confía más en las plegarias y oraciones por sus desaparecidos, que en la autoridad.

Los datos del texto son del 2021, pero actualmente, en la Parroquia de San Isidro Labrador en la misa que se celebra cada fin de mes, son 315 nombres que se leen en voz alta, 247 por que han sido víctimas de homicidio y 68 desaparecidos. A noviembre de 2023, el colectivo de este municipio, concentra a 65 casos de familias, 34 con carpeta de investigación por homicidio y 31 por desaparecidos.

svg%3E

ACÁMBARO
Gabriela Montejano N.
Junio 2021

Todo está listo, la oración por la paz, las lecturas, las flores blancas para las familias de los desaparecidos, las cruces de madera con el nombre grabado de aquellos que han sido asesinados y la lista con los 226 nombres para quienes va dedicada la misa.

Así son los viernes últimos de cada mes en la Parroquia de San Isidro Labrador, en Acámbaro en donde, como en otros municipios de Guanajuato, existe el temor por la violencia, pero marcado por una feroz criminalidad que ha permeado en las familias y en el gobierno.

“Por todas las personas que han sido privadas de su vida a consecuencia de la violencia, del odio, para que Dios les reciba en su gloria”, dice el Padre David al iniciar la misa por los desaparecidos y víctimas de la violencia.

Hay varios factores que hacen de Acámbaro una zona particular en el contexto de los desaparecidos; uno es la gran cantidad de personas que ya no están, -hasta desapariciones masivas-, otro es el temor por seguir buscando, ya que las familias prefieren no exponerse más y mejor elevan sus plegarias a Dios ante la incapacidad de lo terrenal por alcanzar la justicia.

Pero la gente no solo recurre a la Iglesia por el consuelo espiritual, también acuden a buscar una solución que ni la policía, ni la Fiscalía General del Estado les pueden dar.

“El miedo está a flor de piel por las amenazas, hay familias enteras que tienen que irse después de que desaparece alguien”, afirma una de las entrevistadas. (…)

Cada fin de mes

Como un pase de lista en el que cada nombre y apellido rebota en las paredes con las imágenes religiosas, en la misa se da lectura a la lista de 160 difuntos y de 66 desaparecidos cuyas edades van desde los 14 hasta los 41 años.

Estos nombres se han acumulado en los últimos dos años aproximadamente; luego de la lectura de las listas, la ceremonia se transmite en vivo “por face” desde una parroquia con más de 150 personas entre las que se observan, niños, mujeres, hombres, mayores y jóvenes; unos con atuendos humildes y otros con ropa más fina; algunos llevan su cubeta y trapo, pues van llegando de trabajar como limpiaparabrisas.

El coro entona las canciones religiosas que matizan el ambiente desolador y las lágrimas de algunos de los presentes, mientras el padre David Díaz Hernández rocía agua bendita sobre las rosas blancas y las cruces de madera.

“La parroquia de San Isidro Labrador se une en oración por los hermanos desaparecidos esperando su pronto regreso a través de esta rosa blanca que se entrega a su familia como muestra de esperanza que también, sobre todo de nuestra oración ante la Santísima María Inmaculada de la Salud, patrona de nuestra arquidiócesis”, dice una de las feligreses antes de repetir los nombres de los desaparecidos.

Al concluir, entregan las cruces de madera con el nombre grabado de los que fueron asesinados; cada semana entregan de 15 a 20 cruces a las familias en señal de solidaridad por sus difuntos.

Entre los nombres citados en voz alta, se escuchan -por los apellidos- hermanos, primos y parientes, mientras que algunas de las familias, llevan varias cruces, varias flores o ambas.

“La gente encontró en la institución eclesial, la única instancia factible para poder tener confianza y tener un apoyo no solo de carácter espiritual, anímico, de respeto, de escucha, por eso fue la única instancia, no encontraron otra, imagínate si van con las autoridades, les sacan información que después pueden usar otros”, dice el Profesor Juan Manuel Ayala López, integrante fundador del Observatorio Acambarense de Derechos Humanos Raúl Vera,

El Padre David Díaz Hernández, que es titular en la parroquia desde septiembre del 2018, es quien oficia la misa; una hora antes llegó al recinto con su tono rudo al hablar, sus botas de trabajo, su playera negra, una barba de candado y su cabello medio largo peinado para atrás.

El párroco no ha dejado el trabajo pastoral y de apoyo por quienes han sufrido una pérdida por la violencia; en su joven gestión se consolidó la integración del colectivo de familiares de personas desaparecidas (noviembre 2020) “Acámbaro ¿dónde están?”, el Cura forma parte del acta constitutiva de esta agrupación que concentra a 66 casos de desaparecidos.

La iglesia además de evocar a la fe para la tranquilidad espiritual de las personas afectadas, les apoya con asesorías legales, terapias psicológicas y otras actividades para las que los instructores son capacitados en los Centros Escucha de Morelia, incluso por algunos talleristas que son originarios de Colombia por la experiencia de violencia que allá se vivió.

La intención de la comunidad religiosa es formar valores entre las familias, “valores que se han perdido o desgastado”, según se explica.

El Padre David, explica que las misas en la calle se dejaron de hacer debido a la pandemia sanitaria derivada del Covid-19; otras versiones afirman que fue por el mismo entorno de violencia que llegó a niveles todavía mayores.

Sin embargo, las misas callejeras se han replicado en otros puntos de la Diócesis de Morelia, como explica el Padre Rigo.

“Ha sido una experiencia local que comenzó así, ha sido compartida con las diócesis de Michoacán, ellos también están en esa perspectiva. Aquí seguimos, haciendo esas misas callejeras, ha crecido esta experiencia y ya hemos compartido también con otras diócesis en el país y les ha llamado la atención. Han visto una oportunidad no solamente pastoral sino una oportunidad humanitaria, también de poder luchar por la paz”.

RESIGNACIÓN DESESPERANZADA

En Acámbaro el clamor no es por justicia, es por paz; mientras que no hay confianza en las autoridades, las personas acuden a los liderazgos sociales y morales para tratar de encontrar a sus desaparecidos, con o sin vida.

“El dolor de la gente, una impotencia porque no son escuchados por las autoridades, por qué se abre carpeta de investigación, que se pierden en el camino, que las dejan olvidadas y se brincan las carpetas, así trabaja Fiscalía”, refieren.

El seguimiento a los casos de desaparecidos algunas veces no son una prioridad, ni para la Fiscalía, por la falta de atención y burocracia, ni para las familias por el temor a los grupos criminales.

“Es triste que ya no quieren seguir las carpetas de investigación, ni quieren seguir el proceso judicial por derecho, muchos ya lo dejen así, muchos ya ni se vuelven a parar. Muchos ya no quieren saber nada. Aunque no encuentran a su familiar, en los colectivos encontramos a muchas personas que no están y que dicen ya lo dejamos así, por miedo, algunas veces porque han sido directamente amenazados, o algunas veces porque tienen miedo sin ser amenazados; y algunas otras veces por que saben que ya no lo van a encontrar, por que hay una resignación desesperanzada”, cita el testimonio de un ciudadano de la zona.

Algunos comentan que pareciera que al gobierno le conviene que la gente siga con miedo, “para que no haya otros reproches de cosas que son necesarias y que faltan, pareciera que debemos tener miedo”.

“EL BASURERO”

El anonimato y el sigilo con que la gente trata el tema no es injustificado; esa zona de Acámbaro se ha caracterizado por el hallazgo de fosas con cuerpos desmembrados y mutilados como en ningún otro punto en la entidad con cementerios clandestinos.

“Ahora son unas patologías tan fuertes, un sadismo que ha existido nos extraña, nos sorprende, nos admira, nos conmueve y hace que nosotros sintamos esa tristeza”.

Y es que según los reportes de la Plataforma por la Paz en Guanajuato, las crueles circunstancias con que se encontraron los cuerpos en la más reciente fosa de este municipio en el “Cerro del Toro”, indica que al mismo tiempo masacraron a varias personas separándolas en diferentes lugares, ya que en un punto se encontraron 5 manos diferentes y en otro se encuentren 5 cabezas y que de repente no corresponde la mano a la cabeza, o que no se encuentran las partes centrales del cuerpo, solo las extremidades.

“Ven por tu basura”, “Ahí está su basura” oAhí está el basurero” son expresiones recurrentes que los grupos usan como analogía de la limpia que realizan del grupo rival; si los exhiben desmembrados o en bolsas negras es un mensaje para los líderes de que les van a cortar a sus aliados; si desaparecen y los dejan en las fosas clandestinas es un ajuste de cuentas en el que eliminan al que no les conviene o que les debe algo, según detalla un contacto de la zona.

Sin embargo, a los grupos criminales les conviene que encuentren los cuerpos, “ellos mismos filtran la ubicación de las fosas para que le vayan midiendo el agua a los camotes”.

En el fuego cruzado de la guerra entre los cárteles, las familias sufren las pruebas de lealtad para ingresar a un cártel, que consisten en hacerle daño a un familiar como parte del reclutamiento (secuestrar, robar o golpear) y se afirma que dependiendo las habilidades de los reclutados, se les envía a otros municipios o regiones, se les entrena como sicarios o se les asesina sino tienen las habilidades para el negocio.

“Esto es lo que vemos nosotros ahora como un problema para nuestras familias porque empiezan por hacerlos adictos para después ganar adeptos, primero ganan adeptos y después hacen selección, en la selección reclutan a los que reclutan y si no les sirven los matan, a los que los traicionan los matan, al que no paga lo matan, al que le ponen el dedo lo matan, entonces ahora vivimos en un problema de descomposición social con problemas y aberraciones”, citan el especialista consultado.

Por eso, el temor no es infundado. Según el Profesor Juan Manuel Ayala López en el pueblo, se han vuelto “cotidianos” los sonidos de la violencia.

“Es muy sabido donde están, se escuchan en las noches los gritos de compasión, se escuchan los balazos, los gritos, es ubicado perfectamente, estamos acostumbrados a decir, fue en tal lado, se vuelve como parte cotidiano”.

DESAPARICIÓN MASIVA

La mañana del 7 de junio del 2019 desaparecieron todos los limpiaparabrisas en Acámbaro. Según los testimonios de los familiares se ha podido indagar que ese día a diferentes horas y en diferentes colonias los hombres que normalmente trabajaban en las calles, fueron recogidos en una camioneta y se los llevaron. A dos años sus familias no tienen ni una sola noticia de ellos.

“Nada más les dijeron quién quiere jale para ir a equis lugar y se subieron”, afirma una mujer a la que su hijo le alcanzó a marcar; al menos eran 7 los que iban con él.

Y aunque de manera extraoficial se afirma que se presentaron 13 denuncias por desaparición en ese periodo, el reporte de la Fiscalía obtenido por Acceso a la Información, indica “cero” denuncias por desaparecidos en todo el 2019.

Otra esposa de un joven jefe de familia, afirma que, al igual que otras personas, tuvo que presentar la denuncia por que sino en el SEMEFO no le daban información cuando iba a preguntar por su pariente.

Al menos 4 de los limpiaparabrisas eran habitantes de la colonia San Isidro. A unos les perdieron la pista desde las 12:00 del día cuando ya no contestaron su teléfono celular, otros fueron vistos por última vez por la tarde de ese mismo día y para la noche ya no supieron de su paradero.

Los desaparecidos oscilan entre los 14 y los 26 años de edad, solo uno era un poco mayor; a algunos parientes ya les tomaron muestras de ADN, pero de otros no hay forma, pues no tenían familia.

Y DE DESPUÉS DE HALLARLOS ¿QUÉ?

Y pese al temor, al riesgo y al estigma de que todos los desaparecidos estaban vinculados con asuntos criminales, hay un reducido grupo de personas que sujetan al miedo y se lanzan a la búsqueda de sus hijos, esposos, hermanos; las buscadoras de Acámbaro son pocas, pero convencidas de que deben apoyar a regresar a las víctimas con sus familias.

Algunas llegan al colectivo por que se acercan a la Iglesia y ahí, como una acción sugerida se les invita a sumarse. Otras personas prefieren no participar o incluso no denunciar ante la autoridad por el miedo.

“Sí ha ayudado (el colectivo), pero hay un desencanto y miedo, desencanto porque no ven una respuesta y miedo porque sienten que aprecian su vida y si ya se murió uno de la familia ya no quieren que se mueran más, eso es algo que ellos apuestan”.

A partir de la creación del colectivo “Acámbaro ¿dónde están?” se inició la búsqueda en las fosas clandestinas, se abrió la esperanza de localizar e identificar a las víctimas.

Pero solamente 4 de los más de 79 cuerpos y restos desmembrados localizados (en 104 bolsas de plástico) en una finca de Río Blanco (Cerro del Toro), han sido identificados; 2 jóvenes mujeres, un policía que estaba desaparecido y recientemente otra muchacha.

“Y es algo muy triste,  prácticamente yo sola investigué dónde estaba mi hijo, bueno, me dijeron, alguien se apiadó de mí y me mandó un mensaje por facebook, yo misma lo fui a sacar con mis propias manos, prácticamente se los entregué y no me lo han podido entregar todavía”, dice una madre con lágrimas en los ojos que identificó a su hijo de 17 años por el uniforme del Cecyteg y por los brackets.

Isaías salió de su casa el 11 de marzo del 2020, iba a la escuela; su madre ya no supo de él desde entonces. El cuerpo del menor estaba presuntamente entre las bolsas con cuerpos desmembrados localizadas en noviembre de ese año, a 5 meses del hallazgo la Fiscalía no le ha podido emitir los resultados de la prueba de ADN que confirmen que se trata de él.

“Fueron 15 días de trabajo intenso, todos los días, todos los días se sacaron 7, 10, hubo un día que sacamos 20 bolsas, en un día 20 bolsas de restos humanos. Es una casa abandonada; en el patio de atrás, en el patio de adelante, estaba lleno todo de fosas, todo lleno; un corredor que daba por la parte de atrás de los cuartos todo estaba lleno, todo, todo”, afirma uno de los testigos.

Otra madre, también encontró el cuerpo desmembrado de su hijo, ella reconoció las prendas de vestir y los tenis pero también enfrenta, además del dolor, el burocrático proceso de la autoridad que incluso integra expedientes erróneos.

El cuerpo de mi hijo estaba despedazado, estaban las cabezas y los pies y las manos es algo muy fuerte, son pedazos él traía la playera del PRD y torso traía su camiseta en pedazos. Eran tres muchachos había tenis de dos,  pero del otro no. A mi hijo le habían regalado unos tenis buenos. Lo encontramos aquí y es que no es justo,  no es justo lo que nos están haciendo, nosotros andamos allá ayudando y todo, ya vino una licenciada, supuestamente ninguno de nuestros papeles está bien,  nuestros expedientes están mal. No están cerrados pero tampoco se les ha movido nada”, dice en tono desesperado.

Otra mujer narra cómo en 2019 su hijo menor desapareció junto con un tío y al año siguiente su otro hijo varón también desapareció. Ella se había tatuado la fecha del primero en su antebrazo para no olvidar su objetivo de búsqueda, hoy ya son dos fechas las que tiene marcadas. Tampoco hay avance en los expedientes de la Fiscalía.

“Me hablan hasta los dos o tres meses -señora dice,  qué sabe usted- ¿Cómo que qué sé yo? porque usted me pregunta,  ¿Qué, qué sé yo? Pues yo no sé nada, los que deben de saber son ustedes ¿no? Dice,  pues sí sabe algo nos avisa”.

Las familias enfrentan el dolor de perder a un ser querido, pero además enfrentan el abandono de una autoridad que no busca a los desaparecidos y mucho menos busca justicia para los muertos.

“No sé, es muy triste saber que no tenemos quién nos apoye,  porque, porque desde un principio se dijo que las personas que les pasaba eso era porque eran personas que andaban mal, que eran delincuentes. Entonces pues yo digo, como en todos los casos, hay inocentes, sí hay culpables, pero aun así yo digo que hay una ley, no tienen por qué dejarlos en manos de otras personas”.

–000–

VER REPORTAJE COMPLETO: AQUÍ, DECÍAN, NO HAY DESAPARECIDOS

 

Artículo 13 de la Convención Americana de los Derechos Humanos:

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.

Suscríbete al blog por correo electrónico

Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir avisos de nuevas entradas.

Únete a otros 175K suscriptores